Cuando en 1891 el papa León XIII divulgó la encíclica Rerum Novarum potenció el desafío de recordar que nuestros colaboradores son personas, y que todo lo que hacemos cuando creamos fuentes de trabajo impacta en múltiples aspectos de la sociedad, incluyendo por supuesto la naturaleza, nuestra Casa Común, y que el respeto y la dignidad se practican cotidianamente conociendo a nuestra gente y viendo todas las oportunidades de darles bienestar en la mayor cantidad y calidad posible. Obispos con “olor a oveja” nos recordó el papa Francisco, y eso pueden emular los empresarios con “olor a trabajo”.
En ese cuidadoso equilibrio de vender, cobrar, invertir, ahorrar, entre otros indicadores, no se trata de regalar dinero ni de donaciones, sino de dialogar y conciliar permanentemente para encontrar un camino de mutuo crecimiento. En la historia de los prestigiosos Premios ADEC, la organización que tanto ha impulsado la responsabilidad social, han sido distinguidas numerosas iniciativas de bien común: Capacitar para que la gente gaste mejor, completar su educación, invertir en formación técnica y profesional, trabajar en planes de carrera, trabajar en proyectos de ayuda mutua, evaluar conjuntamente alternativas para mitigar las carencias de salud, transporte y vivienda, agregar actividades que mejoran salud emocional, mental y espiritual, entre muchas otras.
Queda mucho por hacer aún. Sin renunciar a los objetivos gremiales, las empresas deben construir alianzas transversales que mejoren la competitividad-país mientras se mejoran las carencias básicas de nuestras comunidades. La misma ADEC debe seguir acercándose a los obispos, y seguir practicando los encuentros con emprendedores de otros carismas cristianos y aun con los que sin profesar religión trabajan por el bien común. Es cierto que el Estado sigue en deuda, especialmente en la calidad del gasto y en el ejercicio del patriotismo, y es más cierto que igual podemos hacer mucho con menos egoísmo y menos soberbia.
La informalidad es importante, así como el contrabando y otros delitos y también es importante que seamos transparentes, que rindamos cuentas, que cumplamos compromisos, que cumplamos la promesa en el bien o servicio que proveemos. En la línea de la “noble vocación empresarial” del papa Francisco y atentos a los lineamientos del papa León XIV sigamos generando buenos puestos de trabajo dignos y vayamos más allá mediante el acercamiento que da paz social y alegría empresarial y construyamos, reconstruyamos confianza.
Agradezco la inspiración para esta columna a USEC Chile por la divulgación del resumen de la Rerum Novarum y a su presidente Enrique Cruz por su columna del 18 de mayo publicado en El Libero de Chile.
Que el Espíritu Santo nos ayude a discernir la mejor renuncia, el mejor compromiso, el mejor diálogo.