Esta petición de monseñor Jubinville es ante la realidad actual con los nepobabies, la corrupción, el hambre en Gaza, los aranceles de Estados Unidos, pasando por encima de la realidad en zonas rurales que está en el subterráneo, profundo y no tan visible. La reproducción de sus reflexiones fue compartida en la web de Cáritas.
Este es un extenso mensaje, publicado hoy en el día de su cumpleaños, en el que el obispo relató cómo se fue configurando, silenciosamente una posible emergencia alimentaria en zonas del campo que no están en los titulares, pero que muestran signos alarmantes.
“Hace más de un mes nos preguntábamos si hacer sonar la alarma o no”, confesó. Según dijo, las primeras señales llegaron desde una coordinadora de comités de agricultores, y fueron confirmadas luego en sus visitas pastorales. “Apareció un panorama del que poco se habla. ¿Cómo están? ¿Cómo está el campo?”, cuestionó.
Jubinville señaló con preocupación una cadena de factores que afectan a las familias campesinas como los tres años de sequía, mandioca de mala calidad, dos heladas intensas, semillas que no prendieron, animales que mueren y una señal que no miente: ''En las celebraciones litúrgicas donde se suelen visibilizar con orgullo los frutos abundantes de la chacra, ahora las ofrendas son escasas’’.
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Sostuvo que esta situación debería ser alarmante y el hecho de que no lo sea habla de una ambigüedad acerca de ella. “Es un signo más del abandono del campo por los pequeños agricultores”, porque parece que no se sabe o no se “quiere saber qué indicadores realmente considerar”.
“Los más jóvenes hacen “changas” (legales e ilegales) y esfuman sus sueldos fugaces en farras y diversiones. Las canchas de fútbol están repletas. Las bodegas funcionan a full. Pero el campo productivo y habitualmente repleto está mal’’, sentenció.
Aseguró que los pocos que viven de la tierra necesitan un “py’a joko” y sobre los efectos del cambio climático, advirtió que la catástrofe ambiental en curso “no es tan visible”, pero sus impactos son profundos.
“Solamente una sucesión de sequías, con algunas pausas húmedas, que van estrangulando a los pequeños y medianos productores”, explicó, y citó las predicciones de expertos que hablan de al menos dos años más con este patrón climático.
Si bien en el Chaco ya se decretó el estado de emergencia por las lluvias e inundaciones, Jubinville remarcó que en la Región Oriental –y en San Pedro en particular– también se vive una realidad crítica que debería ser reconocida. “Cuando fallan los fundamentos como la mandioca y el maíz, es toda la cadena de la pequeña finca que está en peligro”, afirmó, subrayando el impacto directo en la alimentación familiar y la cría de animales.