Una noche para reparar y consolar los corazones. La celebración en honor a los Sagrados Corazones de Jesús y de María arrancó anoche con una gran vigilia de oración que se realizó en la Catedral Metropolitana de Asunción.
Esto en el marco de la Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. La actividad es impulsada por Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y de María y los Apóstoles de los Dos Corazones.
La vigilia arrancó a las 20:00 siguiendo con una celebración eucarística, presidida por el padre Reinaldo Roa, canciller de la Arquidiócesis y rector de la Catedral. Posteriormente arrancaron las ocho horas de adoración al santísimo sacramento. La jornada de oración culmina hoy, a las 5:00, con otra misa en honor al Inmaculado Corazón de María.
El encuentro fue para pedir por la Iglesia, los sacerdotes, los consagrados y las vocaciones, la familia, los jóvenes, los niños, los enfermos, la paz del mundo, el triunfo del inmaculado corazón.
Durante la gran vigilia se prepararon espacios de reflexiones y meditaciones guiados por la madre Adela Galindo, fundadora de la Familia de los Corazones Traspasados. “El Corazón de Jesús, siendo el horno ardiente de caridad, la fuente de la salvación y la fuente abundante de gracia, es nuestra esperanza. ¡La esperanza de la humanidad!’’, reflexionó Galindo.
Asimismo sobre el inmaculado corazón de María, la madre Galindo expresa que todo en ‘‘nuestra Señora suscita belleza, bondad, amor y verdad. Ella crea a Su alrededor una cultura de amor y servicio que libera el corazón humano del egoísmo y la indiferencia’’.
También los fieles rezaron el santo rosario cada hora y sonaron canciones religiosas contemplativas.
Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María es un instituto religioso de hermanas, fundado el 15 de agosto de 1990, por la madre Adela Galindo en la Arquidiócesis de Miami, Estados Unido, y fue erigido como Instituto Religioso el 25 de marzo de 2000. Entre sus carismas se encuentran la búsqueda de conversión diaria y del ejercicio de las virtudes, vivir y hacer todo en espíritu de oración, de amor heroico, en humilde servicio y de excelencia en el deber, vivir la vida fraterna con gozo y simplicidad de corazón.