14 may. 2025

El último Pato Donald

El Dr. Luis María Argaña, asesinado por la dialéctica de intereses en conflicto –que siempre existe, sobre todo, en las internas de la ANR, seguramente por la cantidad de dinero en disputa– solía afirmar que en el Paraguay los colorados siempre votan a su candidato, aunque sea el Pato Donald. Esta es una verdad que en el tiempo presente está plenamente comprobada por la evidencia empírica.

Tanto la disciplina del abrazo republicano si se llega a una alianza, y sin importar los antecedentes, la autonomía ni la calidad del candidato, como la forma sangrienta de cómo los colorados suelen reaccionar si no se llega a algún acuerdo (sobre la repartija de la torta, acontece de vez en cuando), todo esto tiene millones de razones. El BID dice que serían alrededor de dos mil millones de dólares anuales, los valores que se malgastan y se roban en el Paraguay en gestión de gobierno. Alrededor del 4 por ciento del PIB. Ergo, cuando la ANR tiene sus disputas internas, lo que está en juego representa a diez mil millones de dólares en total por mandato de cinco años, lo que sería el botín político por repartir cuando un presidente gana las elecciones. Nada mal. Por eso el kure caldo debe defenderse a capa y espada. Y es por eso por lo que –repito, como ya dije muchas veces en esta misma columna–; las peleas republicanas en el Paraguay pueden asesinarte sin piedad. No se sabe quién mandó matar al vicepresidente Argaña, al fiscal Pecci, al diputado Lalo, y a otros que, sospechosamente, volaron por los aires. No se puede descartar que el asesinato de Ramón Rosa Rodríguez también sea un crimen motivado por botines entre colorados en los mercados del crimen. Alguien dio la orden. Que ese alguien sea de algún partido de la oposición es poco probable. Aunque no imposible. Lo concreto es que siempre se tiñe de rojo. ¿Qué tal?

La democracia paraguaya desde 1989 ya eliminó hasta a uno de sus vicepresidentes. Brutal. Al lado de esto, los disparos de chorros de agua y el cinto de Payo, que causan la indignación de mucha gente, son juegos infantiles. Y las sillas de plástico que vuelan en las reuniones liberales parecen inocentes.

Mal de otros, consuelo de tontos. El patodonaldismo malevo en la política no es una exclusividad paraguaya. Presidentes poco serios que actúan como personajes de historietas, algunos en modo mascota, pero que esconden grandes negocios son: Cristina Kirchner, su mascota Alberto Fernández, Nicolás Maduro, Mauricio Macri (en plena pandemia vino en vuelo privado a visitar a otro ex presidente), Rafael Correa y Evo Morales. Algunas de estas figuras también tienen sospechas criminales a su alrededor. El fiscal Nisman fue eliminado cuando estaba investigando a una presidenta. Nadie sabe quién lo mató y quién dio la orden. También debió haber habido millones de razones.

HISTORIETAS

Hoy tenemos a Milei y Trump, ambos ya lanzaron sus propias criptomonedas, bien populistas, haciendo piruetas y bravuconadas, publicando en el sitio de la Casa Blanca una figura hecha con IA como si el Donald fuera el Papa, y el otro haciendo un meme de un León Papa en el Vaticano. Comediantes que están queriendo llamar la atención. Como suelo repetir. Ya no existen presidentes, solo existen vendedores. Este tiempo posmoderno nos presenta a personajes histriónicos que se dedican a divertirnos para ganar elecciones, y que luego operan la catalaxia convirtiendo a la política en una actividad privada o totalitaria con fines de lucro, sin importar el bien común. Son gente ambiciosa, pero improvisada en ética y en las ciencias del Estado, que llega al poder, de la mano de una poderosa inercia de alguna fuerza partidaria tradicional o por representar a algún personaje heterodoxo que capta los votos de la gente en un momento dado; en especial, en aquel en el que una generación determinada percibe que le está yendo peor que a la generación de sus padres. Y vota a la promesa atolondrada. Ya pasó con Hitler. Nada nuevo bajo el sol. Hoy es casi imposible que un milenial, alfa o zeta se compre una casa o departamento, que pueda comprometerse a ganar lo suficiente como para sostener a una familia, en fin, que pueda mantenerse a sí mismo y a su prole con relativa suficiencia, como lo hacían los baby boomers , los de la generación X y otros etcéteras del pasado. Ahí aparecen los populistas y los narcopolíticos a prometer la redención.

LA INVERSIÓN PARENTAL

Por eso siempre les digo a mis amigos ricos, cuidado que algún día tu nieta se va a casar con el nieto de un narco en el club de la Avda. Mcal. López o en el club de algún barrio cerrado de San Ber, San Juan del Paraná o CDE. Y entonces, se van a lamentar de haber financiado y votado por estos que hoy tenemos con la lapicera y las wallets digitales manejando el país.

La sociedad humana se funda sobre la represión colectiva de nuestros instintos más elementales. Eso es vivir en comunidad pensando en el futuro. Como dicen los biólogos evolucionistas bajo la consigna de la “inversión parental”: En la perspectiva hobbesiana, vivíamos la mayor parte de nuestra historia en pequeños bandos, que podían ser armoniosos principalmente porque tenían un interés en común por la sobrevivencia de su prole. Pero, mismo en esos bandos, no se orientaban de forma alguna por la igualdad y la libertad. Había siempre en esas tribus algún macho alfa en posición de liderazgo. La jerarquía y la dominación y la actuación descarada en nombre de sus propios intereses, siempre fueron la base de la sociedad humana. Luego, conscientes de eso, simplemente la humanidad fue aprendiendo que, en términos colectivos, más vale dar prioridad a nuestros intereses de largo plazo antes que a nuestros instintos de corto plazo. En la historia humana, dice Hobbes, es entonces cuando aparece el Estado con sus leyes que nos obliguen a limitar la acción de acuerdo con nuestros peores impulsos, llevándonos hacia áreas socialmente útiles, como la economía que nos dé de comer a todos, y refrenarlos en otras partes.

Qué tiene más valor hoy en el Paraguay. Una casa mansión a toda bala en San Bernardino o cumplir con las veinte mil casas por año prometidas en campaña, que no se están entregando en su totalidad a la gente empobrecida. O que funcione el Che Róga Porã que es un fracaso en el acceso al crédito, porque, según el mismo ministro del MUVH, la gente está sobreendeudada y en Informconf, por lo que, según el propio ministro, hoy se tiene a cero familias viviendo en una de sus unidades. O mejorar la productividad de las industrias de ladrillo de Tobatí pasando de la leña a la hidroenergía. Nadie piensa fuera de la caja en el mediano y el largo plazo en el Paraguay en función a la gente de a pie.

En su ensayo Migraciones, de Eligio Ayala, el ex presidente liberal afirmaba en forma categórica que “en el Paraguay no existe todavía ninguna actividad industrial. La única industria nacional es la política, pero ella es destructiva, no productiva”. Contraponiéndose a Hobbes que creía que el Estado iba a solucionar el problema. Además, nos advertía sobre el modelo del Pato Donald cuando seguía escribiendo que “se ingresa en la política, en los partidos políticos, para adquirir puestos públicos, para distinguirse, para divertirse y ganar plata”.

En su reciente libro Por qué ganan casi siempre , el escritor Alfredo Boccia Paz nos dice que, utilizando la simbología del nacionalismo, el coloradismo ha cooptado el poder, se ha apropiado del lopismo, ha partidizado el militarismo, ha usado al partido como aparato represivo, ha militarizado el Estado y ha convertido al gobierno en una máquina del clientelismo político.

Usen y abusen

En mis conversaciones que suelo tener con mi amigo, el historiador y politólogo Hugo Duarte, él me cuenta que las raíces del poder actual en el Paraguay nacen de las cenizas de la posguerra guasu en 1870. En esa época, me dice Duarte, citando a Juan Sinforiano Bogarín: “Asunción no era una ciudad, sino que era un cuartel, prostíbulo y mercado de despojos. Las casas eran saqueadas, las iglesias ultrajadas y el idioma portugués comenzaba a imponerse como lengua de mando”. Nada nuevo. Messer ya tuvo a sus ancestros en este país. Eso de usen y abusen del Paraguay, no es algo por qué rasgarnos las vestiduras. En la tesis del profesor Hugo, casi como es en los tiempos actuales, cuando el Brasil ocupa el Paraguay luego de terminar la Guerra contra la Triple Alianza, mientras el pueblo sobrevivía entre ruinas, nacía (y hoy renace a cada tanto) una clase dirigente política y económica que aprendería a moverse entre la sumisión al exterior y el control interno. Es la oligarquía que se renueva y que se pone a administrar el país. Las críticas a un banco de excelencia digital del siglo XXI en el Paraguay ya tienen sus antecedentes, y no deben asombrarnos. Veamos. Cuando en 1904 Juan B. Gaona, se convierte en presidente electo a dedo –surgido del Pacto del Pilcomayo que cambia un gobierno colorado por uno liberal– este también tenía en su currículum el cargo de presidente y fundador del Banco Mercantil y alto ejecutivo y accionista de La Industrial Paraguaya, la yerbatera del mensú esclavizado de la primera mitad del siglo XX. Es el primer triple dirigente polivalente paraguayo; antecesor con puerta giratoria de los empresarios presidentes y ministros actuales y recientes del Paraguay, a los que tanto se los acusa de corruptos. No sabemos si Gaona lo fue, porque duró muy poco tiempo. Este presidente estaba casado con una argentina y respondía a los capitales del vecino país.

El intelectual Hugo Duarte dice que las estructuras del poder, tanto económicas como políticas que nacieron de las cenizas de la Triple Alianza, no desaparecieron y perduran hasta nuestros días.

Conclusión

Le pregunté a Hugo cómo saber más de cómo fue y cómo es en nuestros días. Me dijo que hay que investigar en lo que no está escrito ni dicho sobre la historia paraguaya, antes que en lo que aparece subrayado en los materiales de consulta académica. Las respuestas a todas estas interrogantes, me recalcó, no están en los documentos oficiales ni en los discursos de los vencedores, con la complacencia de los paraguayos que acompañaron el proceso, sino en los silencios de la posguerra. Muy triste.

Mi reflexión final es que el Dr. Argaña tenía razón. Un día lo mataron antes de que él llegue al poder. Hasta le hicieron trampa. Hemos venido eligiendo al Pato Donald varias veces para que gobierne el Paraguay. Incluyendo al Tío Rico y sus secuaces entre la clase dirigente. Desde antaño. Gente que consigue convertir su riqueza en poder sobre los demás, y que consigue convertir el poder en riqueza particular. Dios quiera que la profecía del ex vicepresidente deje de cumplirse.

Es hora de que los paraguayos saluden y despidan al último Pato Donald. ¡Saludos cordiales!

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