07 jun. 2025

El transfuguismo desnuda la ausencia de ética en la política

En política, un tránsfuga es una persona que traiciona al partido por el cual ha sido elegido. Lamentablemente en el ámbito local esta infame práctica está normalizada, condición para la cual colabora el hecho de que no es un delito porque no lo contempla la ley electoral. Este cambio de partido político, después de haber sido elegido por otro diferente, representa sin embargo en los hechos un supremo acto de deslealtad con los ciudadanos que votaron una idea, unos proyectos o unas promesas. El transfuguismo es una forma de corrupción.

El diccionario de la Real Academia Española (DRAE) define al tránsfuga, y por extensión al transfuguismo, como la persona que abandona una organización política, empresarial o de otro género, para pasarse a otra generalmente contraria; igualmente lo equipara al desertor.

Somos, por definición y así lo establece la Constitución Nacional una democracia representativa, de modo que no estaría equivocada la afirmación de que los parlamentarios que, habiendo sido elegidos por los votos de sus electores por un determinado partido político, se cambian a otro simplemente por sus particulares intereses, cometen una suerte de estafa electoral, a pesar de que no está contemplada aún en nuestra legislación.

Los casos recientes de parlamentarios que cambiaron de bando no son los primeros en haber cometido este gesto de deslealtad con su electorado.

Patrick Paul Kemper Thiede, Norma Beatriz Aquino Luraghi, Javier Odilón Vera Medina y Zenaida Concepción Delgado Benítez no han sido los primeros tránsfugas en nuestra historia política, lamentablemente que estos tengan antecesores no vuelve más leve ni justifica la inconducta.

En el año 2011, un dictamen del Tribunal Superior de Justicia Electoral había decidido sobre un conflicto por las bancas ocupadas por los diputados Óscar Tuma, Víctor Yambay y Artemio Barrios; decían los ministros que no hay pena contra los que cambian de partido, que nuestro país no castiga lo que en doctrina se conoce como transfuguismo. El pleito se había producido entonces porque los tres diputados fueron electos por la lista del Partido Unace y tras ganar sus bancas se pasaron al Partido Colorado.

En 2017 se puede mencionar un antecedente de intento de modificar la ley electoral para castigar a los políticos tránsfugas, pero nuestra clase política no lo permitió, y el proyecto quedó durmiendo en algún cajón en el Congreso Nacional.

Ciertamente, un legislador, una vez electo, pasa a representar a la nación entera y no a un partido. El problema que plantea este razonamiento es el siguiente: ¿En qué posición quedará entonces el elector si su diputado o senador electo cambian de partido y ya no representan los intereses de la nación, sino los de un grupo político o económico en particular? ¿Por qué este congresista no debería perder su banca, o en todo caso, por qué el partido que este acompañó para ganar el curul no debería recuperar su banca?

Precisamente es esto lo que está planteando la Conducción Ejecutiva de Patria Querida, que decidió reclamar su banca exigiendo la renuncia de Orlando Penner, quien recientemente hizo oficial su renuncia a este partido. Uno de los argumentos que abonan el pedido de renuncia del senador señala que este no llegó al curul que ocupa únicamente con sus 14.000 votos preferenciales en las elecciones, sino con los 72.000 electores que logró la lista de Patria Querida.

Como había señalado el abogado Jorge Rolón Luna, el transfuguismo político pasa de ser una inconducta política para ser un hecho de corrupción política, porque puede haber favores, prebendas y pago de dinero tras esa decisión.

Explica que nuestro sistema electoral establece una preeminencia de lo partidario en casi todos los aspectos, porque no es posible presentar candidaturas fuera de los partidos políticos; no obstante, una vez electos, los partidos políticos ceden ante el legislador y su autonomía.

Queda claro que esta inconducta política supone por sobre todo una traición a los electores que votan a un candidato, pues el transfuguismo expone la falta de ética de la clase política.

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