El Pontífice recibió al prefecto del Dicasterio de la Causa de los Santos, Marcello Semeraro, y firmó algunos decretos, entre ellos el de Pozzobon, nacido el 12 de diciembre de 1904 en el distrito de Cachoeira, en el estado de Rio Grande do Sul (Brasil), y fallecido en Santa María (Brasil) el 27 de junio de 1985.
El camino hacia la santidad tiene varias etapas: La primera es ser declarado “Venerable siervo de Dios”, título que se da a una persona fallecida, a la que se reconoce “haber vivido las virtudes de manera heroica”. La segunda es ser declarado beato y la tercera, santo.
Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión, y para que sea canonizado o hecho santo se precisa un segundo milagro obrado por intercesión, después de ser proclamado beato.
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Pozzobon, nacido en una familia con sólida tradición religiosa, descendiente de inmigrantes italianos, enviudó dos veces y fue padre de siete hijos. Durante toda su vida mostró su vocación por la oración y la fe, indicó el Vaticano en su biografía.
Su vida dio un giro decisivo cuando conoció el Movimiento de Schoenstatt, que tras la Segunda Guerra Mundial había enviado a América Latina a las primeras hermanas misioneras, y se unió a él en 1950, iniciando una intensa actividad apostólica.
El 1 de febrero de 1959 creó la “Campaña por la Oración del Rosario”, una iniciativa innovadora que consistía en el uso de las “Pequeñas Madonnas Peregrinas”, imágenes que se llevaban a grupos de familias que, por turnos, las acogían en sus hogares, fomentando la oración y la comunión espiritual.
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El Siervo de Dios extendió esta misión a hospitales, cárceles, lugares de trabajo y escuelas, visitando alrededor de 300 lugares al año y continuando esta labor durante 35 años, recorriendo aproximadamente 140.000 km a pie.
En 1954 fundó la Vila Nobre de la Caridade, un centro con 14 casitas para ofrecer residencia gratuita a los pobres.
Ordenado diácono permanente en 1972, falleció al amanecer del 27 de junio de 1985 en Santa María, atropellado por un autobús mientras se dirigía a una de las misas a las que asistía diariamente.
Su fama de santidad, presente ya en vida, se ha difundido después de su muerte, superando los límites del estado de Rio Grande do Sul, y las peregrinaciones instituidas por el Siervo de Dios continúan realizándose no solo en Brasil, sino también en Argentina, añade el Vaticano.
Fuente: EFE.