Estamos inmersos en lo que denominamos 4ª Revolución Industrial, aquella que, con base en creciente innovación, múltiples tecnologías, emprendedurismo, y aceleración de todo lo anterior provocada por la pandemia; nos obliga a revisar cómo producimos, cómo distribuimos, y hasta cómo consumimos bienes y servicios.
Al mismo tiempo, la crisis del clima nos exige aplicar una combinación innovadora de responsabilidad, tecnología y solidaridad para revertir la gran amenaza que significa, con impactos en casi todas las geografías y naciones.
Además, la guerra que se libra en Ucrania impacta los precios de alimentos y energía en el mundo, y la guerra comercial entre China y Estados Unidos impulsa un reordenamiento de las inversiones y de la producción en todo el planeta.
Para Paraguay, esta coyuntura difícil es una gran oportunidad, porque puede convertirse en uno de los países que avance en su evolución económica y social. La coyuntura actual se presta para una explosión de innovación en Paraguay. El factor fundamental es el excedente –al menos por una década– de energía limpia y renovable. Pero para que esto se materialice, es necesario vender esa energía a quienes estén dispuestos a consumirla a un precio justo y, al hacerlo, impulsar una verdadera transformación productiva, tecnológica y comercial del país.
Para eso, se deben crear auténticas ventajas para el hospedaje de esas firmas de alta intensidad energética, que vengan a crear valor agregado con tecnología. Debemos darles las suficientes condiciones de seguridad jurídica, y no decaer en el combate a la corrupción.
Paraguay hoy no ofrece el nivel de conectividad, ni la cantidad de capital humano calificado que se requiere para brindar servicios de hospedaje a centros internacionales de datos que deben estar en condiciones de intercambiar información masiva en tiempo real; pero algunas de las empresas que han venido por los excedentes de energía y que han reconocido el potencial de lograr mucho más, ya están invirtiendo significativamente en formar capital humano y para establecer la infraestructura de base que se requiere para dar permanencia y arraigo a estas inversiones.
Estas inversiones visionarias y comprometidas con el país, requieren de un clima de negocios que, además de un precio competitivo de energía, les ofrezca estabilidad en las condiciones de contratación de la misma, para poder invertir con confianza en capital humano, conectividad, infraestructura y tecnologías de avanzada, que realmente impulsen el país hacia su potencial.
Este momento no va a ser “eterno”. Las oportunidades no durarán más que unos pocos años y; si no se aprovecha el momento, se podría condenar el país a ver la gran redistribución de la producción y las inversiones como simple espectador, en vez de ser protagonista principal de una revolución global de inversión, producción y comercio.
“Paraguay Digital” es una iniciativa de un grupo de líderes nacionales que, compartiendo la esencia de esta visión, han decidido aprovechar esta coyuntura para atraer inversiones, diversificar y sofisticar exportaciones y, ante todo, de mandar una señal a todos los jóvenes hombres y mujeres de que en el futuro podrán participar activamente en una economía que aprovechará plenamente su talento, formación y capacidades.