En el marco de la 111° Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que este año tiene como lema “Migrantes, misioneros de esperanza”, se celebró este domingo en la Catedral Metropolitana de Asunción una solemne eucaristía a cargo del cardenal Adalberto Martínez Flores, arzobispo metropolitano de Asunción.
En su homilía, el cardenal manifestó que, como el profeta Habacuc, escuchado en la primera lectura, también levantamos la voz ante el mal y la injusticia. Recordó que su clamor ante Dios nos enseña a no resignarnos, sino a creer, incluso cuando todo parece derrumbarse.
"¿Hasta cuándo, Señor, clamaré sin que me escuches? ¿Por qué me haces ver la injusticia y contemplar la opresión? (Habacuc 1, 2-3)”, leyó, recordando los dichos del profeta Habacuc.
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Mencionó que con el profeta también sentimos el peso de la injusticia y del dolor que atraviesa nuestra realidad.
Expresó que en medio de tantas heridas sociales y humanas, lamenta profundamente la muerte del teniente coronel Guillermo Moral, cuya vida fue arrebatada de forma violenta e injusta.
“Su partida conmueve a toda la Nación y nos impulsa a elevar una oración sincera por su familia, por sus camaradas de las Fuerzas Armadas, por sus compañeros de la Facultad de Derecho, y por todos los que viven estos días con tristeza e incertidumbre. Que el Dios de la vida los consuele, fortalezca su fe y siembre en todos nosotros el deseo de trabajar por un país más justo y fraterno”, agregó.
Manifestó que el profeta Habacuc no se resigna ante el mal ni se acostumbra a la violencia. Con corazón creyente, levanta su voz hacia Dios, convencido de que solo él puede sanar las heridas del pueblo y restablecer la justicia.
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“Siguiendo su ejemplo, también elevamos nuestro clamor. Pedimos que se esclarezcan los hechos, que la verdad salga a la luz y que se actúe con responsabilidad y transparencia para que este crimen no quede impune. La búsqueda de la verdad y la justicia son condiciones indispensables en un Estado de derecho para despertar credibilidad en nuestras instituciones y sostener la paz social”, expresó.
Aseguró que nuestra sociedad necesita instituciones firmes y comprometidas, que custodien la dignidad de cada persona, que protejan a las personas que son amenazadas, extorsionadas o chantajeadas, y actúen con decisión para que el mal no siga sembrando miedo y muerte.
En esa tarea, también estamos llamados los creyentes, especialmente a no cerrar los ojos ante la injusticia, a denunciar con valentía el mal y a sostener con esperanza a quienes sufren.
Refirió que “en el fondo de ese grito ‘¿Hasta cuándo, Señor?’ hay fe. Es el clamor de un pueblo que sufre, pero no se rinde. La fe auténtica no se encierra en la resignación, sino que se transforma en perseverancia, en búsqueda del bien y en compromiso con la vida”.
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Además, dijo que cuando la ley se adormece, el creyente debe mantenerse despierto y firme, confiando en que Dios no permanece indiferente ante el dolor humano. Aseguró que él escucha el gemido de los justos, sostiene la esperanza de los que creen y, en su tiempo, hace florecer la verdad y la paz.
Por eso, pidió al Señor que nos conceda serenidad, paciencia, discernimiento y valentía para reconstruir la confianza, defender la vida y sembrar esperanza donde abunda el dolor. Que cada uno de nosotros, desde el lugar donde está, sea testigo de ese amor que no se apaga, convencido de que el mal no tiene la última palabra.
El crimen del militar
Rogelio Lemuel Díaz, de 19 años y un adolescente de 16 son los sospechosos que están siendo buscados por la Policía tras el crimen del teniente coronel Guillermo Moral, asesinado el jueves último frente a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Asunción (UNA).
En busca de ambos, los investigadores desplegaron allanamientos en simultáneo en tres viviendas ubicadas en el barrio Acosta Ñu de la ciudad de San Antonio, en el Departamento Central.
Ninguno de los dos fue ubicado y ya cuentan con una orden de captura.