Estas son las razones de base para seguir reclamando a las autoridades del Gobierno la rápida atención de las graves deficiencias que se observan en la institución.
Hace unos días, este diario publicaba la denuncia por los doce quirófanos del Hospital Central que se encuentran clausurados desde hace casi dos años. Dichas dependencias habían sido clausuradas por problemas de infraestructura, lo cual sin duda tiene una gran incidencia en la extensión de la lista de espera para cirugías. Desde la administración explican que, al asumir el cargo, los nuevos funcionarios se habían encontrado con el sector desmantelado, y en ese periodo también se dio la entrega irregular de equipos biomédicos para los quirófanos, los cuales siguen depositados en el patio del Hospital Central, pues el piso siete no está en condiciones de albergar los dispositivos médicos.
Conocer la realidad de reclamos de asegurados por largas esperas para ser sometidos a una necesaria cirugía, que siempre implica una mejora en la salud y en la calidad de vida, y saber que por negligencia doce quirófanos están inactivos y lo que es quizá igual de inaceptable, que equipos valiosos que le costaron valiosos recursos a la institución estén abandonados, aporta un nuevo nivel de indignación. No se debe soslayar el hecho de que esos valiosos recursos provienen del duro esfuerzo de los trabajadores y también del aporte de los patrones. Es absolutamente criminal mantener cerrados quirófanos tan necesarios, como dejar los equipos biomédicos para los quirófanos depositados en el patio del Hospital Central.
La institución sigue sumando deficiencias y reclamos nunca satisfechos. Lamentablemente prácticamente está normalizada la falta de varios medicamentos para los pacientes, y ante una cirugía asimismo las familias de los pacientes deben afrontar la compra de los insumos.
Desde la creación de esta entidad ya han pasado 81 años, y hoy, incluso con todas sus falencias sigue siendo la única alternativa que tienen trabajadores y trabajadoras para recibir asistencia en la enfermedad, especialmente cuando se trata de enfermedades que requieren largos y costosos tratamientos.
Ante una situación de crisis permanente, como la que evidentemente enfrenta el IPS, debe haber un sinceramiento así como también una asunción de culpas y responsabilidades de parte de la clase política dominante, vale decir, la ANR, por las décadas de copamiento de la entidad y por haber permitido que el IPS sea manejado a través de la corruptela y el prebendarismo. Es evidente que ya es cada vez más difícil sostener los servicios para los usuarios si continúan considerando a los valiosos fondos de los trabajadores como si fuera la caja chica electoral.
Aunque parezca un imposible se deben erradicar el prebendarismo, la corrupción y la ineficiencia del Instituto de Previsión Social. Resultan intolerables los sacrificios y las humillaciones de los miles de asegurados que aguardan meses enteros para agendar citas médicas, o sus largos periodos de espera para consultas especializadas, la escasez de medicamentos e insumos, y en suma, la ineficiencia y la indiferencia de parte de las autoridades.