17 jun. 2024

Defensa

El Gobierno de Peña tiene severos problemas en defensa. Hablo del símil del fútbol que usó el mandatario al regreso de su gira por EEUU y Taiwán. Dijo que “su Gobierno gana, pero no golea ni gusta”. Lo que no dijo es que el problema está dentro de su mismo equipo donde él no puede demostrar que es quien gobierna y permanentemente tiene que esgrimir argumentos en defensa para cuestionados jugadores como Erico Galeano. Este está acusado por los fiscales por estar envuelto en lavado de activos y conexión con narcotraficantes, tuvo de nuevo la defensa de Peña quien sin haber leído los argumentos de los fiscales afirmó que no hay evidencias de que las graves acusaciones tengan fundamento. Ya le complicó la vida cuando celebró su victoria en casa de Galeano y cuando de manera impertinente tuvo que pedir que se presentara ante la Justicia. Luego de tirón de orejas del técnico de su equipo ya morigeró esgrimiendo la misma defensa que usó hace unos días. La cosa es complicada cuando una y otra vez, Peña intenta ser recibido en la Casa Blanca y tiene que ver la cara de la general del Comando Sur, quien le repite lo de luchar contra el crimen organizado y nada pasa. Para colmo llevan a Washington al embajador Ostfield para que vea que tiene todo el apoyo del Gobierno de Biden. Galeano es socio de Marset, el uruguayo narco a quien hizo jugar de defensa en el Deportivo Capiatá antes de distribuir drogas por toneladas en Europa y África.

Peña requiere marcar goles contra el crimen organizado y no defender a varios de sus cuestionados jugadores. Es probable que nos diga alguna vez que lo intentó, pero que no pudo debido al fuerte marcaje y golpes que recibió de los rudos delanteros que controlaban el partido. Apenas llega de algún viaje e intenta mostrarse como presidente en Concepción se le aparece de nuevo el dueño del equipo para ganarle protagonismo. Y no solo eso: Le convoca a él y a sus ministros para que este lunes en la Junta de Gobierno de los colorados dé explicaciones sobre la marcha de su gestión. No hay manera de que pueda contentar a la hinchada ni golear cuando en realidad no tiene el control del equipo. La salida de Barchini es un buen ejemplo. Lo de Galeano es un caso singular. No solo fue enviado a prisión domiciliaria para que no escape, sino que se le concedió la gracia de poder sesionar en la Cámara de Senadores donde la mayoría considera que a pesar de las graves acusaciones puede y debe seguir legislando sobre cuestiones como el tráfico de drogas y otros temas de Estado. No podemos contentar ni marcar goles en este ambiente donde lo que impera es todo lo opuesto al fair play. No tiene margen este Gobierno ante las evidencias que lo muestran como rehén de personajes sospechosos que solo pueden jugar en una cancha donde el árbitro ha sido comprado o los líneas tienen miedo de cobrar los fuera de juego. Han embarrado la cancha. El fiscal general del Estado tiene miedo y por eso “ni está cerca ni lejos” de saber quien mandó matar a Pecci, cuando en la misma semana sus subordinados dan a entender que las investigaciones del asesinado se centraron en los negocios de Insfrán, Marset y Galeano. Este último según la acusación se encargó de vender el avión que transportaba a sus amigos narcos el mismo día que mataron a Pecci. Para el presidente asustado por los hechos estas evidencias no son suficientes. La defensa de los bandidos es el punto flojo de este equipo que así como está no puede marcar, golear ni gustar. No hay mucho margen para un presidente que no pierde ocasión para salir del país y evadirse de los problemas y presiones, pero no podrá huir permanentemente. Cuando vuelva esos mismos fantasmas lo perseguirán y recordarán el incómodo manejo de una administración en el que tiene que defender a los bandidos de su grupo y no golpearlos.

La realidad le hace goles al Gobierno que ni haciendo faltas puede desembarazarse del incómodo cancerbero que lo puso en el equipo. Solo le queda como el defensor infiel celebrar algún gol en contra que ni eso aún pasa.

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