18 ago. 2025

De armero a fabricante de cruces

Después de jubilarse de suboficial en 1989, Sindulfo Fiorini se dedicó a fabricar cruces de madera. Con este oficio logró salir adelante y pudo mantener a su familia. Tras el gran éxito que tuvieron sus piezas de madera, montó su propio negocio y ahora su hijo y su yerno continúan con su trabajo.

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A la izquierda la primera cruz torneada fabricada por don Fiorini, junto a sus nuevos modelos. | Foto: Jhojhanni Vega

Por Jhojhanni Vega | @jhojhanni

Sindulfo Fiorini (62), nieto de un inmigrante italiano, se desempeñaba en el ejército paraguayo como tornero mecánico hasta 1989, año en que se retiró. En ese entonces, un amigo suyo le había pedido que le hiciera una cruz de madera, ya que a la par de su trabajo bélico también hacía este tipo de trabajos. De esa forma comenzó a hacer sus primeras piezas.

Aquella primera cruz fue a parar en Recoleta, en un negocio de imágenes santas. De allí en adelante comenzó el proceso de hacer cruces. “Empezamos a ofrecer en los negocios de imágenes y así vinieron los pedidos”, recuerda el ex suboficial.

Fiorini explica que aprendió este noble oficio de manera totalmente autodidacta, incluso él es quien se encarga de realizar todos los diseños. “De mi cabeza saqué todos los modelos”, comenta.

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“Una vez me salió un poco torcido, pero un amigo me enseño que hay que usar la escuadra, para enderezar la cruz” explica. En ese sentido indica que anteriormente muchos fabricantes de cruces clavaban la base al mástil de la cruz para que quede firme, pero esto con el tiempo provocaba que se tuerza la pieza de madera.

Fiorini resolvió este problema creando una base firme con un hueco para el mástil, de manera que éste quede firme simplemente con la presión y un poco de pegamento.

Explica que tras el éxito de sus modelos, otros artesanos y carpinteros intentaron copiarlos. “Intentan imitarme pero no pueden”, cuenta don Fiorini entre risas.

Hoy día, las cruces de don Fiorini son las más solicitadas en el mercado nacional, debido al extremo detalle y cuidado que le otorga a cada pieza de madera.

Confiesa que durante sus comienzos le costó fabricar varias cruces al día. Por aquel entonces solo lograba concretar dos piezas por jornada y se dio cuenta de que los materiales tradicionales que se usaban para los trabajos en madera, en su caso, solo dilataban el proceso.

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Utilizando su experiencia como mecánico tornero en el ejército, empezó a fabricar sus propias herramientas. De esta manera logró agilizar el proceso considerablemente, llegando a fabricar hasta diez cruces por día.

En el año 1991, antes de comenzar su propio negocio, una de las hijas de Fiorini fue hasta la ciudad de Limpio -donde actualmente reside y posee su propio negocio denominado “Cruces Los Ángeles"- y encontró un local en donde una señora se encontraba lijando una cruz, la hija le dijo a la señora que su papá hacía cruces, a lo que la señora respondió que podría traer unos modelos como muestra para ver su trabajo. Así, Fiorini logró concretar sus primeras ventas.

Posteriormente, Fiorini cuenta que un distinguido señor de renombre, dueño de un negocio de cruces, vio una de sus piezas y le gustó bastante. Impresionado con el trabajo del empírico artesano, se convirtió en uno de los primeros clientes de Fiorini, así paulatinamente fue creciendo el negocio.

La principal diferencia entre las cruces de aquella época y las de Fiorini eran los acabados que tenían las de este último, ya que las otras eran muy rústicas y sencillas.

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Otro detalle que resalta el ex suboficial es que por aquel entonces todas las cruces eran de color negro, sin embargo, sus modelos contaban con una mayor gama de colores en madera e incluso había algunas que eran barnizadas, dándole un toque especial a la pieza.

Fiorini continuamente se encuentra creando nuevos modelos, sin dejar de fabricar los ya existentes, añadiendo de esta manera nuevas piezas a su gran oferta.

Destaca el hecho de que la gente de condición más humilde es quien más aprecia su trabajo y es quien más paga para obtener el mejor modelo para su difunto.

Actualmente los precios de sus cruces varían entre G. 75.000 (las cruces para angelitos), hasta G. 80.000 (las cruces para adultos). La cruz más cara y más trabajada cuesta G. 95.000.

Los lugares de distribución de las cruces de don Fiorini son: San Lorenzo, Mercado 4, Luque, Lambaré e incluso, hasta Tobatí llegó su trabajo.

Fiorini recalca que él toma su trabajo con mucha pasión y que jamás se le cruza por la cabeza la posibilidad de entregar uno a medias. “Si es que un trabajo no puedo hacer, le digo en la cara a la gente”, explica.

“Quiero que la gente que me compra la cruz salga contenta”, dice Fiorini, al tiempo que recalca que gracias a Dios hasta el momento nunca tuvo ningún inconveniente con nadie.

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Cuenta que una vez una señora llegó hasta su local ubicado en la ciudad de Limpio, sobre la avenida San José y Gral. Stroessner, para pedirle una cruz para el Divino Niño Jesús, sin embargo, ésta no volvió por la pieza hasta después de un año.

Resultó que la cliente había viajado a la Argentina y por ello no pudo retirar a tiempo su pedido. Al llegar al local la señora le preguntó al artesano si la recordaba, éste le dijo que efectivamente sí y que aún tenía su pedido. La señora se emocionó bastante al saber que Fiorini conservaba la pieza que le había solicitado.

Fiorini se considera una persona creyente y confiesa que en ocasiones llega bastante cansado a su taller y le reza a Dios para que le dé la fortaleza de continuar “y así logro terminar el trabajo y termino bien”, cuenta.

Relata que siempre le gustó fabricar cruces de madera y jamás pensó elaborar otra con otro tipo de material, ni ninguna otra cosa en madera, como muebles.

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Cuenta que hay personas que vienen y le piden cruces para tal o cual fecha, éste les interroga acerca del día exacto en que falleció la persona, para informarle al pariente que el difunto necesita de su cruz desde el primer día de su entierro.

En el caso de las cruces para niños difuntos o angelitos, como él los llama, les pone más cuidado y atención que a los otros modelos, además, a los parientes les regala el paño que va con la pieza de madera y el candelabro.

Fiorini dice que continuará fabricando cruces hasta que su cuerpo pueda, le comenta a su esposa que dejará de hacer cruces el día en que ya no pueda pararse más.

Entre lágrimas, explica que este trabajo le permitió mantener a su familia y que le hace sentir bastante bien poder transmitir su conocimiento a su hijo y a su yerno, quienes continuarán con su noble trabajo cuando éste ya no este.

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El día de la Cruz

Muchos países del mundo, más aquellos con fuerte presencia católica, conmemoran el Día de la Cruz cada 3 de mayo. Paraguay forma parte de esa lista de países que conmemoran la fecha, pero con un estilo muy particular.

El Kurusu Ára (Día de la Cruz) da vida a una nueva tradición: el Kurusu Jegua (cruz adornada), que reúne a fieles a su alrededor para rezar a Jesucristo, sea con una misa dirigida por un sacerdote o individualmente.

Las cruces igualmente son utilizadas por las personas para rendir homenaje a aquellos que ya no están y también para orar por su descanso en paz.

Al mediodía en algunos casos o al final del día en otros, luego de que el altar sea visitado por los creyentes, los organizadores proceden a repartir entre los presentes las chipas y los collares de maní, brindando un banquete con los adornos.

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