Craig Ferris, profesor de sicología de la Universidad del Nordeste de Boston (EEUU), descubrió la particular condición de una rata tras haberla sometido a una resonancia magnética, procedimiento habitual antes de estudiar a algún animal.
De acuerdo con una publicación de RT en Español, los resultados de la resonancia revelaron que el roedor padecía de una hidrocefalia severa y, como consecuencia, su cerebro fue aplastado y quedó “como un panqueque”.
Pese a esto, el animal no se diferenciaba de otros en su conducta. Su condición tampoco dañó sus sentidos ni su capacidad de coordinación y movimiento.
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“Cuando miré a la pantalla, vi que la rata, de hecho, no tenía cerebro”, señaló Ferris en declaraciones publicadas en el sitio web de la universidad.
El órgano estaba tan deformado que en un principio los científicos no lograban identificar sus estructuras y encontraron el hipocampo solo gracias a unos marcadores bioquímicos.
Para el científico, el hecho que de la rata viviera tanto tiempo -dos años- con esa deformación es “un verdadero milagro de la naturaleza”. Además, reveló que el cerebro del animal, identificado como “R222", comenzó a deformarse desde su nacimiento.
Aun así, el órgano vital se adaptó a la creciente presión del líquido y proporcionó todas las funciones necesarias gracias a la neuroplasticidad, propiedad del cerebro capaz de cambiar bajo la influencia de la experiencia.
Para corroborar si R222 se diferenciaba de otras ratas, los científicos colocaron a los animales en jaulas de plexiglás y observaron cómo reaccionaban ante el nuevo entorno y los objetos a su alrededor.
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Posteriormente, pusieron a prueba la capacidad que tenían las ratas para hallar y recordar el camino en un laberinto, así como caminar sobre una vara.
La R222, al igual que el resto de las ratas, logró superar cada prueba excepto una que se trataba de explorar un nuevo entorno. Mientras los demás roedores examinaban otros lugares, R222 permaneció quieta. Para los científicos, esta actitud puede no estar relacionada con la deformación de su cerebro.
Ferris explicó que una rata puede comportarse así cuando sufre un alto nivel de ansiedad. Por tal razón, manifestó que el diminuto tamaño de la rata resultó más que suficiente para que lleve una vida normal.