Esta incertidumbre que ensombrece el proceso se inicia en las mismas instituciones y afecta a todo el pueblo. Cuando las autoridades fuerzan reglamentos y desfiguran las leyes, esto cuando no toman decisiones que incluso contravienen nuestra ley máxima, ponen en tela de juicio la esencia del Estado de derecho, cuya esencia consiste precisamente en que todas las leyes deben aplicarse por igual, a las personas, las instituciones, entidades públicas y privadas, y el propio Estado.
No se trata de una abstracción. Esto se manifiesta en la cotidianidad, en el día a día de todos los paraguayos y las paraguayas.
Se hace patente, por ejemplo, en la falta de acceso a una educación de calidad para todos los niños del país. Como es el caso de una escuela indígena del Departamento de Presidente Hayes, en la cual los escolares estudian sentados en el suelo, ante la carencia de mobiliario. Las autoridades de la institución reclaman desde hace mucho tiempo la ayuda de la Gobernación y del Ministerio de Educación. Los niños de la comunidad Makxawaya –de la etnia Enxet Sur– que asisten a la Escuela Anglicana San Pedro, ubicada en el tramo Pozo Colorado-Concepción, a 317 km de Asunción, no deberían tener que pedir ayuda a las autoridades, pues ellos tienen derecho a la educación.
Exactamente en esta misma línea, durante la misa crismal celebrada en la catedral María Auxiliadora de Fuerte Olimpo en el Departamento de Alto Paraguay, el obispo Gabriel Escobar había señalado que las autoridades se ocultan para no escuchar los problemas de la gente más humilde. “Son ellos los que tienen los recursos, medios del Estado, y son los primeros que deben acompañar los sufrimientos y necesidades del pueblo”, expresó el religioso. Monseñor afirmó también que esas autoridades fueron elegidas por el pueblo para servir a la ciudadanía y no “servirse” en los puestos que ocupan o para los que fueron elegidas.
Sin acceso a educación, salud pública universal y gratuita, a empleo digno y a seguridad, no se puede hablar de una verdadera democracia. Cuando se acumulan las cifras de paraguayos que subsisten en la pobreza con poco más de G. 20.000 diarios, es evidente que las autoridades poco han hecho para combatir la pobreza ni el aumento de la brecha de la desigualdad en la población.
Se debe entender que el acceso a estos derechos tiene que ver con el respeto a la dignidad humana. Por ello, reiteramos la preocupación respecto al deterioro de nuestra democracia, porque en una democracia todas las personas pueden gozar libre y satisfactoriamente de sus derechos, y el primero de todos es el respeto a su dignidad.
Durante la Semana Santa, parte de la liturgia incluye la misa del jueves, denominada la Cena del Señor, en la que se realiza el gesto del lavatorio de los pies, como explicó el cardenal y arzobispo de Asunción, Adalberto Martínez. Jesucristo, el verdadero sumo sacerdote, quiso ser y hacerse el servidor de todos. “Con el gesto del amor hasta el extremo lava nuestros pies sucios; con la humildad de su servicio nos purifica de la enfermedad de nuestra soberbia. Y no solamente nos lava los pies con el agua, sino con su propia sangre nos limpia el espíritu, el corazón”. Este es un mensaje que esperamos llegue a toda la clase política. Que estos días de la Semana Santa sean un renacer para los paraguayos, y que llegue la buena noticia de la resurrección al sufrido pueblo.