29 jun. 2025

Carlos Lara Bareiro, músico fundamental del Paraguay

Es el padre del floreciente movimiento sinfónico paraguayo. Sufrió el exilio y no vio al país libre de la dictadura. En su centenario, un tributo a su memoria.

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Tapa del Correo Semanal.

Por Diego Sánchez Haase

Director de orquesta y Compositor

El maestro Carlos Lara Bareiro es uno de los músicos fundamentales de la historia de la cultura paraguaya. Integrante –aunque un poco más joven– de la gran generación de músicos paraguayos surgida en las primeras décadas del siglo XX, fue uno de los pocos que supo lograr la concreción de una alta formación académica en el campo de la música, lo cual le ha permitido también abordar con una visión más amplia las necesidades que se presentaban para el futuro desarrollo de la música en el Paraguay.

Desde muy joven, Lara Bareiro ejerció un marcado liderazgo en el ámbito musical paraguayo. Fue presidente de la Asociación de Músicos del Paraguay y, estando en ejercicio de dicho cargo, ha recibido el ofrecimiento de una beca para cursar altos estudios musicales en Río de Janeiro. Con la generosidad que siempre lo ha caracterizado, Lara Bareiro sugirió que dicha beca sea utilizada por otro talentoso músico de la época –el maestro Carlos Dos Santos– y solo al declinar este su candidatura, aceptó Lara el desafío de viajar al Brasil para continuar sus estudios musicales.

Estudios en Brasil

Siete largos años pasó Lara Bareiro en Río de Janeiro, donde tuvo como maestro de dirección orquestal nada menos que a Francisco Mignone, quien fue tal vez el compositor más importante del Brasil después de Heitor Villa-Lobos. Creo que vale la pena mencionar, para dimensionar la estatura artística de quien ha sido el formador de la batuta de Lara –que Mignone ha realizado sus estudios en el Conservatorio de Milán, Italia, y al retornar al Brasil, la Orquesta Filarmónica de Viena, que estaba de gira bajo la dirección nada menos que de Richard Strauss, había estrenado una de las primeras obras de Mignone en Río de Janeiro.

Durante los siete años que Lara estudió en Río, empezó también a incursionar en el campo de la composición, y de esta etapa datan sus obras más conocidas, como su Concierto para piano y orquesta, compuesto entre 1949 y 1950, e interpretado por primera vez en el recital final de los estudios de Lara en el Brasil, en 1950. En Río de Janeiro, tuvo la oportunidad de conocer y ver trabajar a los grandes músicos de la época, entre ellos, el célebre Erich Kleiber, quien examinó el Concierto para piano de Lara, proponiéndole al autor llevar su música a los Estados Unidos para publicarla. También en Río, Lara tuvo la oportunidad de conocer al entonces joven Herbert von Karajan, futuro director –por 35 años– de la Filarmónica de Berlín.

Años difíciles

Instalado nuevamente en nuestro país, Lara Bareiro inició un arduo trabajo a favor de la creación de una orquesta sinfónica profesional estable en el Paraguay. Conformó así la Orquesta Sinfónica de la Asociación de Músicos del Paraguay, que la dirigió en temporadas más o menos regulares. Sin embargo, durante este periodo de sostenida lucha para lograr ese objetivo, empezaron los primeros roces con el poder político de la época, que sostenía la visión de que, antes que contar con un organismo sinfónico estable, el país necesitaba de una orquesta folclórica, de manera a potenciar la música popular paraguaya.

A pesar de estos roces, Lara Bareiro seguía firme en su lucha, dirigiendo numerosos conciertos en Asunción y en el interior del país. Así, el 4 de mayo de 1954, el maestro se encontraba en el podio de la orquesta sinfónica, dirigiendo un concierto en el Teatro Municipal, interpretando la Tercera Sinfonía de Beethoven (Heroica), mientras una enorme balacera se desataba en las afueras del teatro, por lo cual el concierto debió ser interrumpido. Así, mientras en el escenario Lara dirigía a Beethoven, en las afueras del teatro se gestaba el golpe militar que llevaba al poder al general Alfredo Stroessner.

Entonces las cosas se tornaron aún más difíciles para el maestro Lara. Luego de un confinamiento en el interior del país, durante el cual conoció a su futura esposa, Ana Segovia, en mayo de 1955 el maestro dirigió lo que sería su último concierto en el Paraguay. Posterior a ese concierto, una tarde, al llegar a la sala de ensayos de su orquesta, Lara fue detenido y llevado directamente hasta la ciudad de Clorinda, Argentina. Le prohibieron permanecer a menos de doscientos kilómetros de las fronteras argentinas con el Paraguay, y entonces, el más grande director orquestal paraguayo de su tiempo –que en ese entonces contaba con 41 años– se exilió definitivamente en Buenos Aires, donde intentó seguir con su carrera musical, dirigiendo esporádicos conciertos organizados por los artistas paraguayos residentes en la capital argentina, y presentándose al frente de la Orquesta de Cámara de la Radio Nacional de Argentina. Se dedicó también a la docencia, y compuso algunas piezas musicales. Falleció el 21 de setiembre de 1987, sin tener la suerte que tuvieron otros colegas suyos también exiliados, de ver caer la dictadura stronista y así poder retornar a su añorada patria.

En mi visión particular, el maestro Carlos Lara Bareiro tiene sobradamente los méritos para ser considerado como el padre del hoy floreciente movimiento sinfónico paraguayo, que a la distancia de sesenta años de su lucha, hoy cuenta con nada menos que cuatro orquestas sinfónicas profesionales. Por eso, vayan en estas líneas mi homenaje y gratitud al gran maestro Carlos Lara Bareiro, apóstol de la música y de la dignidad, en el glorioso centenario de su nacimiento.


* De la gloria al exilio

Por Luis Szarán

Compositor y director de Orquesta

Probablemente no ha de sorprender a muchos, el saber que el Paraguay es uno de los países que ha sentido la mayor fuga de cerebros en su historia. La intolerancia política, desde los tiempos de la Independencia en adelante, hasta razones de índole de supervivencia económica –de buscar mayores oportunidades en otro lugar– en el presente, forzaron y siguen impulsando las trágicas y muchas veces vergonzosas migraciones. Con frecuencia, vemos a paraguayos destacarse y triunfar en otras naciones y en las más variadas profesiones. Desde la mano de obra no calificada pero eficiente, hasta científicos, artistas, deportistas e intelectuales.

Carlos Lara Bareiro, a quién recordamos, en estas líneas, en el centenario de su nacimiento (1914 -2014), fue otra de las víctimas de este drama. En momentos de su mayor despegue, en su trajinar por los caminos del arte musical, con la mejor formación académica y clara visión en sus objetivos musicales, le cortaron las piernas. Víctima de una época, en la que hablar de Beethoven, Brahms u otros clásicos, el ser culto, era subversivo; terminó por pagar la condena en el exilio maldito. Desterrado de aquello que más amaba: su patria.

En las aulas de la Academia Nacional de Música de la Universidad de Brasil en Río de Janeiro, el joven músico –entre 1943 y 1951– no solamente se sumerge en el profundo territorio de la teoría musical, la armonía, el contrapunto y la composición, sino que va diseñando en su mente todo un plan de desarrollo de la cultura musical y consolidación de las instituciones musicales en el Paraguay. A su regreso, tomando como base la, por entonces, poderosa Asociación de Músicos del Paraguay (AMP), que reunía a los mejores intérpretes de la música del tiempo, organiza toda una serie de temporadas de conciertos sinfónicos, como nunca antes se había visto en el país. En ellos no solo tenían cabida los compositores europeos, sino también motivaba a los creadores nacionales a incursionar en el campo sinfónico; de igual manera, solistas de la talla de Sofía Mendoza o Victoria Alfaro encontraban el espacio para sumar su aporte. Fueron pocos años, los que recordamos durante mucho tiempo, hasta el nuevo reciente despertar de la música sinfónica, como la "época de oro de la música sinfónica en el Paraguay”.

Concierto histórico

Entre los numerosos conciertos, histórico fue aquel, en el que mientras interpretaban la Sinfonía Heroica, de Beethoven, se producía en el Cuartel de Policía, contiguo al Teatro Municipal, el asalto del 4 de mayo de 1954, con el asesinato del jefe de Policía, Roberto L. Petit, y el nacimiento de un movimiento que sentaría las bases para llevar en un futuro cercano al poder a Alfredo Stroessner, que gobernó el Paraguay hasta inicios de 1989. Las balas entraban por la ventana en el teatro, ante un público horrorizado y el director no se daba cuenta, hasta que el actor teatral Ernesto Báez se sube al podio y le advierte. Los asistentes y músicos se refugiaron acostados en el piso y luego, en horas de la madrugada, en pequeños grupos escapaban con cautela por la calle Alberdi.

Luego llegarían los meses de persecución política y descabezamiento de la clase dirigente de los diferentes gremios y de aquellos que fomentaban el pensamiento racional. Así, de simple, una tarde del 22 de junio de 1955, los funcionarios de la Policía escoltaron a Lara Bareiro hasta el puerto de Asunción, rumbo a su destierro, la Argentina. Curiosamente, tema hasta ahora no revisado en profundidad, según Lara Bareiro, uno de los principales causantes de su destierro, sería nada menos que el político y destacado creador Epifanio Méndez Fleitas.

Difícilmente se encontrarán melodías famosas de Lara Bareiro, como “Ne Rendape aju” de Flores; “Lejanía” o el “Canto de mi Selva”, de Herminio Giménez. Su aporte como compositor no ha logrado trascender y tomar el vuelo merecido, pero su liderazgo musical en esos cinco años, creó conciencia en el propio gremio de los músicos, primero, y ganando espacio –desgraciadamente con excesiva lentitud– en la responsabilidad del Estado en garantizar la formación cultural de su pueblo. De esos primeros intentos de dotar a la capital de una temporada de conciertos, nació por impulso de la Municipalidad de Asunción, en 1957, la primera orquesta sinfónica profesional, la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción (OSCA), que brillaría en el escenario cultural, de manera solitaria, por cinco décadas, hasta la reciente aparición de otros organismos artísticos nacionales que con justicia nos dotara la democracia actual. Sirvan estas líneas para recordar al gran artista, luchador social e idealista, quien en su último suspiro, en la lejana Buenos Aires, alentaba a las nuevas generaciones del Paraguay a “vivir para luchar por la unidad nacional, la paz y la democracia”.

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