“Pedimos muy especialmente a las autoridades competentes no descansar en la búsqueda de la verdad y la justicia hasta encontrarles. Yo creo que hay que invertir todo el esfuerzo y ser empáticos con todos, y especialmente con las familias”, expresó el purpurado durante su homilía señalando que la desaparición forzada es una herida que sigue abierta en Paraguay.
El cardenal vinculó esta realidad con la memoria de San Ramón Nonato, cuya fiesta litúrgica coincidió con la jornada. “El ejemplo de San Ramón nos interpela hoy porque muchos desaparecidos hemos tenido en el país y seguimos teniendo todavía. La trata de personas, los secuestros, las desapariciones forzadas, los crímenes contra la vida son heridas abiertas que claman al cielo”, manifestó. Recordó al policía Edelio Morínigo y también al ex vicepresidente Óscar Denis.
Martínez relató que San Ramón, misionero mercedario del siglo XIII, se ofreció a sí mismo para liberar a cautivos, convirtiéndose en un testimonio de entrega radical. “Él nos enseña que la humildad cristiana es el servicio, pero realmente capaz de dar la vida por los demás”, destacó.
En la celebración, el arzobispo hizo un paralelo con la misión actual de la Iglesia y la sociedad paraguaya, sosteniendo que “San Ramón Nonato nos recuerda que el cristiano no puede ser indiferente, estamos llamados a defender la vida, la libertad y la dignidad de cada ser humano”.
Al final de la misa, pidió a todos orar a la Virgen y pedir por los desaparecidos, por sus familias, por las víctimas de la violencia y la trata. ‘‘Consuela a los que lloran, fortalece a los débiles y a los servidores humildes y constructores de un Paraguay más humano, justo y solidario”.
También recordó que el servicio cristiano debe ser gratuito, inspirado en el Evangelio de Lucas proclamado en la liturgia. “Jesús dice: ‘Cuando das un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos’. Significa que nuestro servicio cristiano debe ser gratuito, humilde, solidario”.
Martínez insistió en que la eucaristía es el alimento que impulsa a los creyentes a comprometerse con la justicia y la paz. “La misa no termina cuando uno dice ‘vayan en paz’, sino que nos envía a construir la paz”, recordó.