Sorpresa, suspicacia y una dosis de desconfianza ha generado el pedido del intendente Óscar Rodríguez, de realizar una subasta pública de las tierras de la Costanera de Asunción. Si bien los detalles están siendo discutidos, mayormente, a través de los medios y expertos urbanistas, es necesario consensuar un proyecto de desarrollo para la Costanera que respete el Plan Regulador, que conduzca a un tipo de ocupación organizada, y que todo recurso obtenido por la venta sea invertido, íntegramente, en la ciudad y el bienestar de su población.
La zona que pretenden vender, según el director de Gabinete de la Municipalidad, es el terreno conocido como Casita de Colores, en General Santos y avenida Costanera. Son cuatro hectáreas a las que sumarían otras dos más en las proximidades del Palacio de Gobierno.
Asegura el funcionario que el proyecto es desarrollar “una zona de diversión, una zona hotelera, de gastronomía”. La decisión se encuentra en manos de la Junta Municipal.
Difícilmente se pueda objetar la intención de desarrollar la Costanera, considerando que históricamente la capital ha crecido de espaldas al río, y se ha negado a la ciudadanía la necesaria infraestructura urbana para disfrutar de ese privilegiado espacio junto a la Bahía del río Paraguay.
Sin embargo, cualquier propuesta debe estar ceñida al Plan Maestro de la Franja Costera, que abarca más de 1.000 hectáreas, que incluyen los bañados Norte y Sur, en el cual se establece que, en los casos de venta de la tierra de la Costanera, los fondos deben destinarse “exclusivamente al propio proyecto de la Franja Costera”, y no a “gastos operativos”, como plantea la duda respecto a las intenciones del intendente. Uno de los responsables de este Plan Maestro, el arquitecto Gonzalo Garay, afirma que Asunción está muy bien planificada, que se dispone de buenos planes, pero tenemos la debilidad en la falta de gestión de estos proyectos.
Un punto muy importante que debe ser considerado son las condiciones de la venta. Como son tierras de dominio público se espera que gestionen como buenos administradores de la cosa pública, o sea, que obtengan el mejor precio, y que todo el proceso sea absolutamente transparente; no solamente en cuanto a los montos, sino también deben ser cristalinas las especificaciones del uso que se le va a dar a dicho espacio. Como afirma el arquitecto Garay: “No hace falta tener el detalle de la dimensión de la vereda o del cordón, pero sí los lineamientos generales de lo que se pueda hacer ahí en cuanto a usos de suelo, altura, etcétera”.
Es fundamental que las autoridades del Municipio y los funcionarios tengan el pleno conocimiento de que, para ejecutar una venta apropiada de las tierras de la Costanera, deben seguir los lineamientos del Plan de la Franja Costera, que establece las opciones para el uso del dinero. El Plan Maestro dice claramente que los fondos deben destinarse única y exclusivamente al propio proyecto de la Franja Costera, establece que el dinero debe gastarse en la ejecución de nuevos proyectos relacionados con el plan, o, en otro caso, en los créditos que se usaron para desarrollar la franja.
Se espera de los concejales, que tendrán que tomar la decisión respecto a esta propiedad de todos los asuncenos, que actúen con compromiso y anteponiendo el interés de la ciudad y su gente por encima de intereses particulares.
Se espera prudencia, eficiencia y transparencia, y que tomen en cuenta experiencias en las que una ciudad no tuvo que ser despojada de sus tierras para permitir el desarrollo de proyectos que pueden beneficiar a los sectores público y privado, pero siempre tienen en el centro de todo al ciudadano y su derecho a contar con una infraestructura urbana para la recreación y el encuentro.