06 oct. 2025

Bienvenido, hermano extraterrestre

Ouuuu hína. El 1 de julio de este año, el telescopio Atlas, ubicado en Chile, detectó un objeto extraño mientras hacía su habitual rutina de jeporeka espacial como cada día.

El aparato para observar las profundidades del cielo se topó con el 3I/ATLAS, un objeto interestelar que viene a más de 200.000 kilómetros por hora hacia el Sistema Solar.

Hasta ahí todo bien. El objeto, que fue catalogado como un cometa, tiene una trayectoria un poco rara, además de que es feroz. Estiman que está entre 20 y 40 kilómetros de diámetro.

El cometa que había caído hace 65 millones de años y 10 minutos, y que formateó toda la existencia de los dinosaurios y Adán, medía alrededor de 10 kilómetros.

El 16 de julio empezó el verdadero tole tole. Un astrónomo de Harvard, de nombre Avi Loeb, ya especuló que en realidad podría ser una nave alienígena lo que en principio pensaron que podría ser un cometa.

La especulación se convirtió en verdad al llegar al hiperespacio de la viralidad, mientras los colegas científicos de Loeb básicamente le decían: “Nde loco nio nde”.

La verdad que se convirtió en terror, cuando empezó a decirse que los ET kuéra nos visitarían en tres meses con intenciones de rompernos todo lo que se llama Tierra.

Más allá de que el 3I/ATLAS sea una nave espacial, un cometa o algún colectivo fantasma fuera de su itinerario, deberíamos estar preparados por si llega a darse la segunda venida de ALF a este país.

Y digo este país, porque no sabemos realmente en qué parte elegirán bajar cuando les toque el momento. Imagínense al momento de descender, la única señal que les llegó desde la Tierra fue una emisión de El Conejo o alguno de los discursos del extinto Lino Oviedo.

Los grupos folclóricos deberían empezar a modificar la letra de ese horrendo tema Bienvenido, hermano extranjero.

“Bienvenido, hermano extranjero/aquí le presento mi terráquea nación/yo le pido que sea sincero/verdad kape E.T. puedo cuidar tu platillo volador”, podría ser la variación.

Es imperioso que el Gobierno trabaje en coordinación con los científicos de todo el mundo y sus alrededores. Más aún si acá no prima la inteligencia en las decisiones que vienen desde el Estado.

Debería ser prioridad nacional conocer sobre las costumbres de los visitantes de las profundidades o cercanías del universo, para darles la recepción correspondiente.

¿Podemos recibirles con pajagua maskáda y mbeju, o debemos preparar un mbaipy especial? ¿Deberá sonar Galopera cuando pisen tierra? ¿O debemos decantarnos por la discografía de Vangelis?

¿O acaso debemos recurrir a un playlist, mezcla de música electrónica con purahéi jahe’o? ¿Les gusta la caña, cerveza, sangría o el agua del Tupãsy Ykua nomás?

También queda por saber si su estructura corporal es de carbono o silicio. Capaz alguno se llame Silocio, gracias a la versión interplanetaria del almanaque Bristol.

Tampoco sabemos si son alérgicos a las camisas de ñandutí. O capaz les guste andar así por la vida, tal como su progenitores los trajeron a su mundo.

Llegarán en plena época de exámenes finales o cercanos a ellos ¿suspenderá el Ministerio de Educación y Ciencia las pruebas? ¿Todos los alumnos pasarán para no quedar mal ante una inteligencia extraterrenal? ¿Los marcianos ayudarán a los alumnos dándoles las respuestas?

Que estar mirando al cielo aguardando no nos haga perder la vista de lo que pasa en la tierra guaraní. Con el anuncio de la visita interplanetaria, los aliens que manejan la cosa pública ya habrán creado sus “cargos de confianza” para toda la parentela, chonguería y sanguijuería.

Encargado de recepción interestelar, facilitador de idiomas extraterrestres, dispensador de creatina verde, serán algunos de los rubros donde demuestra que para vivir del Estado se mueven a la velocidad de la luz sin rubor alguno.

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