El objetivo, señala el documento, es fortalecer la comprensión del papel de María sin alterar la centralidad de Jesucristo en la obra de la salvación.
Bajo el título Mater Populi Fidelis – María, Madre del Pueblo Fiel, el pronunciamiento afirma que “a la Virgen María no se le quita nada. Sin embargo, al mismo tiempo no debemos agregarle lo que ella misma no quiso para sí”.
En ese sentido, explica que la respuesta surge para “aclarar el verdadero lugar de María en el plan de Dios”, reafirmando la enseñanza de que Jesucristo es el único mediador y redentor.
El texto reconoce que María cooperó en la salvación al aceptar ser Madre del Salvador mediante su fe y obediencia, pero subraya que esta colaboración “es siempre subordinada a la de Cristo”. Recuerda además la tradición expresada por san Agustín, que permite llamarla “colaboradora” o “cooperadora”, pero no “corredentora”, ya que tal término podría llevar a pensar que está al mismo nivel que Jesús, algo que “no es correcto ni verdadero”.
El Arzobispado enfatiza que la Virgen siempre conduce a Cristo –“Hagan lo que Él les diga”– y que evitar títulos inapropiados no disminuye su grandeza, sino que la presenta en su auténtica dimensión de “sierva humilde, llena de gracia”.
Reitera que María es Madre de la Iglesia e invita a mantener vivo el amor hacia ella mediante la oración.