06 nov. 2025

Apuntes para Milei desde el país de la casta

Está anunciada la presencia del presidente argentino, el libertario Javier Milei, en un encuentro de jóvenes empresarios el próximo martes en la Secretaría Nacional de Deportes, donde hablará sobre tecnología y crecimiento. Prometen cinco mil participantes.
Para Milei, este viaje será un oxígeno tras la paliza electoral que le dio el peronismo en una elección provincial al que torpemente le dio carácter nacional y convirtió en plebiscito de su gestión. En realidad, fue un pase de factura de los votantes (incluso los suyos) por desfinanciar la educación, la salud (entre ellos el mítico hospital Garrahan, refugio de los niños paraguayos que aquí no tienen respuesta), por recortes a los jubilados a quienes reprimió vergonzosamente. Se agrega su retórica violenta permanente. Reducir el escenario poselectoral argentino en blanco y negro, entre libertarios versus kukas, como definen sus seguidores a los kirchneristas, sería acotar el análisis y no entender cómo las decisiones gubernamentales que afectan a la gente tienen sus consecuencias. Al menos, en la Argentina.

Milei, un outsider, llegó al poder con base en un virulento discurso contra la casta política, al establishment. Se refería a “aquellos que están en la política, pero son inmorales, que le hacen daño a la gente” y que están para “proteger” sus propios privilegios. Pero como buen abonado del sector empresarial, no metió en su ecuación a las élites económicas que lucran con el Estado, el poder real en cualquier país del mundo.

Milei vendrá al Paraguay a predicar en el desierto. Porque viene a la cueva de la casta más pura y exitosa de la región. Esa que odiaba.

Suponiendo que su embajador le presentará un paper, aquí van unos apuntes para que sepa el terreno que está pisando. Primero, es un país dominado por el Partido Colorado hace 70 años, cuyo cimiento es el prebendarismo, el clientelismo y la corrupción. Condición que se mantiene incólume gracias al guiño de una élite económica que comparte los mismos “valores” aceitados por los jugosos contratos del Estado. Casos como la Suizo Argentina hay varios por aquí. Empresarios que alcanzan el éxito gracias a sus conexiones políticas.

Ese documento que podrá leerlo en el avión, le aclarará que el Estado paraguayo está colmado de “ñoquis” (planilleros), donde pululan los nepobabies, ese nivel privilegiado de jugosos cargos públicos destinados para los vástagos de diputados y senadores, que poco saben de administración pública, pero tienen la maestría en cebar tereré (versión fría del mate) o responder mails. Un nepobaby le cuesta al pueblo paraguayo unos 4 millones de pesos al mes. Un jubilado argentino gana 12 veces menos. Y un trabajador paraguayo del sector privado apenas llega a 588 mil pesos. Para que tenga una dimensión del mundo laboral, el 60% de los trabajadores son informales; es decir, no tendrán jubilación y apenas salvan el día. No en vano la Argentina es la válvula de escape de la crisis socioeconómica guaraní hace décadas.

Cuando el vicepresidente de la República le dé un apretón de manos, el embajador le comentará al oído que estará saludando al padre de la nepobaby más famosa del país, cuyo marido también gana una fortuna en una previsional que apenas tiene medicamentos para sus asegurados. Cuando el presidente del Congreso le presente su reverencia, sepa que reparte cargos y salarios altísimos en el Congreso para parientes y operadores políticos y cuyo hermano gobernador se gastó la plata para la educación de los niños apostando a los caballos, y ni siquiera está preso. Son como los Menem, para adecuarlo a su realidad.

Aquí los emprendedores son parias. Son adorados los corruptos y los narcos. Es la cultura, como dijo el senador Gustavo Leite, flamante embajador cartista ante los Estados Unidos, cuando defendió el abominable criadazgo, que comparó con el tereré.

¿Le revelará el embajador a Milei que su admirador Santiago Peña es el más firme defensor de la casta política? Que incluso se burla de los jóvenes que creen que yendo a la universidad van a lograr un cargo en el Estado para servir al país desde el conocimiento. Que de nada sirve una pared llena de títulos: Si quiere trabajar en el Estado tiene que afiliarse al Partido Colorado. Con esto basta, si no, que le diga el caso del senador que siendo un abogado trucho fue juez de jueces. ¡Porque basta la afiliación!

La casta en Paraguay es como la nomenclatura soviética, un partido/Estado.

El embajador le dirá, aliviado, que la adoración de la casta paraguaya sigue incólume porque comparten el odio al zurdo, al disidente, a los que proclaman un Estado social de derecho. Para alegrarle más el día, puede mostrar algunos posteos de algún “ñoqui” republicano que replica sus discursos desde un escritorio ministerial. Por aquí también hay muchos Gordos Dan.

El embajador le dirá que va a pasarla bien. Porque sus anfitriones no saben o se resisten a creer que el Milei del 2023 ya no es lo que dijo ser. Así es la fe.

Se niegan a creer que su ídolo terminó abrazado a la casta y a la corrupción, como revelan los escandalosos audios sobre las supuestas coimas de su hermana Karina, apodada El Jefe. Aquí le darán ese baño popular para aliviar sus heridas ante la peor derrota desde que asumió el poder.

Paraguay, esta isla rodeada de tierra, le enseñará que la casta siempre prevalece.

¡Viva la libertad, carajo!

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