29 abr. 2025

Aprender a revivir: Trabajan por el cambio en cárceles

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Liz Analía Acosta

Crear una marca en la vida de mujeres vulnerables es un sentimiento que caló profundo en una organización internacional –con una sede en Paraguay– que hoy se dedica a trabajar con el alma y corazón dentro y fuera de las cárceles, a través del proyecto Mujeres de Esperanza , para brindar una segunda oportunidad a aquellas que han sido marginadas por la sociedad, tras un traspié en su vida.

“El tema de la reinserción es una lucha, no solo en nuestro país, sino que en muchos lugares del mundo. Estas personas están básicamente tachadas por la sociedad por lo que han hecho o vivido”, reconoce Rebeca Ferreira, directora ejecutiva de Radio Transmundial (RTM) en Paraguay.

De ahí nació el quebrantamiento para trabajar a favor de ellas, y a través de charlas espirituales y capacitaciones laborales, busca brindar a estas mujeres las herramientas necesarias para reconstruir sus vidas. Desde hace 20 años se trabaja con mujeres de las zonas vulnerables de los alrededores del barrio Trinidad y luego nació la idea de ingresar a las cárceles, puertas que fueron abiertas a través del Ministerio de Justicia.

PRIMER TRABAJO LEGAL.

Isabel, conocida cariñosamente como Isa, es una mujer que hoy está en libertad y ya va por su segundo año de trabajo. Ella es un ejemplo vivo de transformación.

Isa había conocido a Mujeres de Esperanza siendo reclusa en Coronel Oviedo, y decidió entrar a las capacitaciones. Al ser trasladada al Buen Pastor, continuó allí.

“Ella decide realizar el taller de macramé, y participar de las charlas. Empezamos a notar un interés genuino de que quería cambiar su vida”, cuenta Rebeca.

Después de haber reincidido cuatro veces, Isabel finalmente tomó la decisión de que ya no habría una quinta vez. Su meta principal al salir del penal era poder recuperar a sus cuatro hijos que estaban en un hogar, una lucha que sigue hasta ahora.

Van a ser 3 años que ella salió de Buen Pastor y ella se volvió una colaboradora del proyecto, ayudando a otras mujeres, que están en situaciones que ella ya vivió.

Desde RTM, le buscaron un trabajo estando ya en libertad, y después de un difícil trayecto, la Fundación Kuña Mimbi abrió sus puertas, ofreciendo a Isabel acceder a un primer trabajo legal de toda su vida.

Pero la historia de Isa no es la única. Dos mujeres más contaron que a través de Mujeres de Esperanza llegaron a conocer a Jesús dentro de la cárcel. Tomaron la decisión personal de cambiar su vida y hoy una de ellas ya está jubilada”.

TRABAJO DESDE ADENTRO

“Cada una de la que está ahí dentro tiene una historia y tiene un motivo por el cual necesita ser escuchada, necesita ser amada, necesita ser entendida”, dice Rebeca. “Ellas aprenden una nueva vida. Aprenden a revivir”.

La organización trabaja en los penales del Buen Pastor, Villarrica y Coronel Oviedo, brindando cursos de capacitación laboral y charlas espirituales. “Están felices por lo que están aprendiendo y muchas decididas al cambio”, explica Carmen Laterza, vicepresidenta del Consejo de RTM Paraguay.

En un mundo donde la exclusión y la marginación parecen ser la norma, Mujeres de Esperanza es un faro de esperanza.

Laterza describe que el motivo primordial “es el interés de que estas mujeres puedan recuperar su dignidad y tener esperanza”.

Los cursos que introdujeron son, forrado de guampas, de jarras, de termos, puntillismo, cajitas, creación en porcelana fría, pintura sobre tela y las zapatillas bordadas, pero cada uno con charlas enfocadas en lo espiritual.

También se enfocan en que las internas comprendan que tienen un futuro mejor y que aprendan a hacer sus propios negocios.

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Cada una tiene una historia y un motivo por el cual necesita ser escuchada, amada, entendida. Rebeca Ferreira, directora de RTM Py.

El motivo primordial es el interés de que estas mujeres puedan recuperar su dignidad y tener esperanza. Carmen Laterza, vicepresidenta.
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HELADOS ARTESANALES, UNA OPORTUNIDAD DE REINSERCIÓN.

Liliana Martínez busca una nueva oportunidad de salir adelante, por ella y por sus hijos pequeños que la esperan en casa. Se encuentra cumpliendo una condena, y decidió emprender a través de la elaboración de helados artesanales.

Desde sabores de nido con óreo, de chocolate, nutella y frutilla, los helados artesanales los prepara dentro de la Cárcel de Mujeres del Buen Pastor y recibe pedidos, aproximadamente de 200 helados por semana.

Reconoce que el caso por el cual está tras las rejas le hizo cambiar de vida.

“Tengo marcas que de por vida voy a llevar. Son cosas que de repente ellas quedan en nosotros y no hay, no hay nadie que pueda curar eso”, cuenta Liliana Martínez, quien lleva consigo el peso de su pasado, pero también la determinación de reescribir su futuro.

Recomenzar. Le faltan solo unos meses para quedar en libertad, y salir libre y sin culpa, según ella misma lo relata.

Al salir, cuenta que irá a su casa y comenzará de cero. “No es fácil, pero sé que no es el fin. Es un aprendizaje de que cuando uno comete errores, después hay consecuencias”, reflexiona.

Liliana habla de la enseñanza que recibió de su experiencia, de la importancia de no depender económicamente de nadie y de encontrar su propia voz. “La mayoría de las chicas que están aquí son por causas que le metieron en problemas sus parejas, y se callan, porque tienen hijos, dependen de ellos para vivir”, manifiesta.

Afuera aprendió a preparar los helados artesanales, y hoy, desde su reclusión, continúa con eso, siendo esto algo que le hace encontrar un propósito. “Voy a pagar todo y salir con la frente en alto a empezar de cero”, cuenta con una mirada profunda y una sonrisa valiente.

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