Países como Nicaragua, Venezuela, Cuba, El Salvador, Georgia, Turquía y Zimbabue son ejemplos de este fenómeno. En estos regímenes, el objetivo primordial es asegurar su permanencia en el poder, maximizando el poder y el beneficio económico de sus líderes y allegados.
Este crecimiento de los regímenes autoritarios y el retroceso de las democracias liberales son evidentes en el panorama global actual. Rusia y China se destacan como líderes en la promoción de modelos autoritarios y cleptocráticos de gobierno, utilizando su influencia económica y política para debilitar las democracias en otras partes del mundo. Rusia, con su avanzada maquinaria de desinformación y guerra cibernética, y China, a través de su expansión económica y política, ejemplifican cómo los autócratas modernos buscan desestabilizar la democracia y el orden liberal internacional. Estos ataques están orientados especialmente a países democráticos y a los enemigos de Vladimir Putin y sus aliados como EEUU y Europa, especialmente.
La polarización política, la corrupción y la degradación de las normas democráticas están creando en muchos países un entorno favorable para el ascenso de líderes y regímenes autoritarios. Estos gobiernos emplean portavoces y tácticas, como el control de los medios de comunicación, la limitación del espacio cívico, la manipulación judicial y el debilitamiento de las instituciones democráticas para afianzar su poder. En este entorno, las redes sociales y las plataformas digitales juegan un papel crucial, convirtiéndose en herramientas de desinformación y manipulación política que exacerban la polarización y minan la confianza ciudadana en las instituciones democráticas.
El impacto de estos regímenes autoritarios en las democracias es profundo y alarmante. La erosión de los valores democráticos y el debilitamiento de las instituciones son consecuencias directas de esta expansión autoritaria. Además, la vida cotidiana de los ciudadanos se ve cada vez más afectada en aspectos fundamentales, como la libertad de prensa y los derechos humanos, contribuyendo de esta forma a un ciclo de inestabilidad y descontento.
Ante esta creciente amenaza, es fundamental educar a los ciudadanos sobre la importancia de defender la democracia y fortalecer a la sociedad civil organizada para que mantenga una vigilancia constante de la gestión pública y proteger las instituciones democráticas, la libertad de participación y de expresión. La lucha por preservar el orden democrático es más crucial que nunca en un mundo cada vez más asediado por la autocracia.