28 may. 2024

Soja expulsó a 900 mil campesinos en 10 años, según estudio rural

cantidad de fincas

Existe una relación inversa entre producción de alimento y cantidad de población consumidora, porque las ciudades están cada vez más pobladas, pero hay menos productores en la agricultura familiar campesina, según un estudio de los investigadores Quintín Riquelme y Elsy Vera.

El estudio lleva por título “La otra cara de la soja - El impacto del agronegocio sobre la producción de alimentos y la agricultura familiar campesina en el Paraguay”, bajo el patrocinio del Proyecto Acción Ciudadana contra el Hambre y por el Derecho a la Alimentación.

En el Departamento Central había en 2002 aproximadamente 1,3 millones de habitantes; actualmente hay unos 2,2 millones, algunos de los cuales forman el cinturón de pobreza. En diez años, unas 900.000 personas se sumaron a la población de los centros urbanos.

La población rural del Paraguay en 2002 fue de 2,2 millones de habitantes (43,3% del total del país); pero hubo una rápida disminución relativa de la población rural con respecto a la urbana. Diez años atrás la proporción era de 49 a 51; sin embargo, en solo una década la misma bajó a 43,3 contra 56,7, según la investigación.

Datos preliminares del Censo Nacional de Población y Vivienda 2012 –todavía en proceso de elaboración– estima en 6.672.631 habitantes la población paraguaya actual, de los cuales el 41,1% corresponde al sector rural y 58,9%, al urbano.

El investigador también indica que muchos distritos (de Alto Paraná en particular) llegan ya a casi un 70% de su superficie cultivada con sojales, y otros departamentos estudiados (Caazapá, Caaguazú, San Pedro y Paraguarí) van hacia esos niveles por el avance de la frontera agrícola.

También dice que de 2008 a 2011 la importación de alimentos se elevó 50%; mientras que la cebolla de cabeza se importa ahora en un 86% de Argentina y 4% del Brasil; en tanto que la papa se importa en un 97% de ambos países, lo mismo que otras hortalizas.

Más contenido de esta sección
Demasiados episodios grotescos en una semana como para no dedicarles unas líneas.
Tras las impactantes revelaciones que se obtuvieron con la operación Dakovo, que logró exponer tan explícitamente los alcances del crimen organizado en cuanto al tráfico de armas, sobrevino una situación por de más escandalosa: la implicación de altos militares en actividades criminales. Esta fue sin dudas una dolorosa comprobación del elevado nivel de infiltración del poder mafioso dentro de las instituciones del Estado paraguayo. Además de ser profundamente vergonzoso, esto implica un ataque a la democracia.
El Congreso Nacional rompió récord esta semana con el proyecto de la ley de superintendencia; los senadores tardaron 15 minutos para aprobar; los diputados 11 minutos. En una convulsionada jornada, los diputados también aprobaron ley que suaviza penas para corruptos y los senadores salvaron al cartista Hernán Rivas, acusado de tener un título falso de abogado. Y como les quedó tiempo, también mutilaron la ley de puerta giratoria. Este es el espantoso combo navideño que el Parlamento le ofrece al pueblo paraguayo.
Los impactantes resultados de la operación Dakovo lograron exponer en forma explícita los alcances del crimen organizado en cuanto al tráfico de armas. En nuestro país, logró la detención de más de una decena de personas involucradas en un esquema de tráfico internacional de armas y una nota gravísima, entre los detenidos están un militar de alto rango así como ex funcionarios de la Dimabel. Es muy preocupante la manera en que la mafia y el crimen organizado están socavando nuestra soberanía y nuestra democracia.
No fabricamos armas, pero las comercializamos en cantidad industrial. No producimos cocaína, pero el país es depósito, ruta y puerto de embarque de cantidades industriales que llegan a los principales mercados del mundo.
Eduardo Nakayama abandona el PLRA. Solo y apresuradamente, dicen. Quién sabe. Explica que no ve ninguna posibilidad de que su partido pueda desprenderse de la infiltración cartista. Desde adentro ya no hay nada que hacer, sostiene.