Después de años de buscar la verdad sin encontrarla, con la ayuda de la gracia que su madre imploró constantemente llegó al convencimiento de que solo en la Iglesia Católica encontraría la verdad y la paz para su alma.
Comprendió que fe y razón están destinadas a ayudarse mutuamente para conducir al hombre al conocimiento de la verdad, y que cada una tiene su propio campo. Llegó al convencimiento de que la fe, para estar segura, requiere la autoridad divina de Cristo que se encuentra en las Sagradas Escrituras, garantizadas por la Iglesia.
El papa Francisco en una de sus homilías sobre el tema dijo: “la frase más conocida de san Agustín, en las Confesiones: “Señor, Tú nos hiciste para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. Durante unos quince minutos, el Pontífice se dedicó a escrutar el término “inquietud”, tratando de ver cómo la vivió Agustín y cuál recomienda el Santo al hombre de hoy.
Abordó el Papa la inquietud en el sentido de búsqueda espiritual. Hizo ver cómo Agustín fue un auténtico triunfador en el plano profesional, aunque no por ello abandonó la búsqueda en el sentido más profundo: “su corazón no está adormilado; mejor dicho, no está anestesiado por las cosas, por el éxito, por el poder. Agustín no se cierra en sí mismo; no se apoltrona, sigue buscando la verdad, el sentido de la vida”.
De esta forma, Agustín descubre que Dios lo estaba esperando. Y el Papa hace la aplicación: “el ejemplo de Agustín interpela al hombre moderno, que muchas veces tiene un corazón atrofiado y cerrado a Dios.
(Del libro Hablar con Dios, de Francisco Fernández Carvajal, y la http://www.agustinosrecoletos.com/news/view/4)