El aniversario de Asunción coincidió con la visita del especialista en patrimonio cultural Mateo Arias, quien desde la Universidad de Granada (España) llegó hasta Asunción para dictar un seminario sobre el tema en el Centro Cultural de España “Juan de Salazar”, organizado por el Instituto Superior de Arte de la FADA (UNA). Como sea que Arias se doctoró en historia del arte con una tesis que explicaba y describe los viejos edificios para cine en su ciudad, quise llevarlo por algunos de los que en Asunción también funcionaron como tales y ahora han devenido en iglesias evangélicas. Mientras no dejaba de tomar fotos de la belleza del otrora Cine Victoria, me preguntaba por otros patrimonios históricos de la ciudad.
En pocas horas ya pudimos ver casi todo lo que la capital ofrece en materia de edificios antiguos y museos. El que más le gustó fue la Estación del Ferrocarril, pero cuando quisimos ingresar nos prohibieron la entrada pues se estaba filmando la película sobre Mangoré. La mala suerte del profesor granadino era patente, pues en nuestro país se filma una película de época cada muerte de obispo y justo caímos en una de sus locaciones.
Proseguimos camino y llegamos a la Catedral que estaba cerrada. Al Cabildo no pudimos ir porque teníamos que atravesar un barrio improvisado que le rodea. Al Palacio de López apenas pudimos vislumbrarlo de lejos pues los guardias nos pidieron que nos alejemos ya que estaba por llegar Cristina Kirchner. En fin, solo la Manzana de la Rivera sirvió de oasis y por fin pude mostrarle algo interesante. Estuvo muy contento de ver por fin algo colonial en la Casa Viola y la vista de la Casa Clari le pareció maravillosa, así como el corredor y el jardín de la casa Castelví. Cuando salimos ya no pude llevarlo a la Casa de la Independencia, pues su interés por lo colonial no estaba saciado y a mí me costaba admitir que demolimos casi todo su patrimonio de esa y otras épocas.
Caminábamos por una ciudad sucia, con veredas rotas y un caótico tránsito. Trababa de paliar mi vergüenza mostrándole alguna que otra fachada del siglo pasado que aún sobrevive, y mientras tomaba más fotos me preguntó con esa curiosidad que solo los turistas tienen "¿Por qué hay tantos pozos en las veredas?”. Ahí mismo apliqué la ley del ñembotavy y le recordé que llegábamos tarde para su seminario. Y pensar que estábamos en plena semana del cumpleaños de la muy noble y muy ilustre...