“En primer lugar, creo (que) como Iglesia tenemos que pedir perdón a los indígenas, campesinos, obreros, los que son pisados en su dignidad, expulsados, abusados, y a los jóvenes a quienes negamos oportunidades en la vida y a todos los que dejamos vegetar en la pobreza en un país tan rico”, manifestó Lucio Alfert, obispo del Vicariato Apostólico del Pilcomayo, en el sexto día del novenario en honor a la Virgen de Caacupé.
Además, se refirió en torno a la pérdida de los valores dentro de las familias indígenas, en especial de sus jóvenes, que a causa de los problemas de tierra, con pocos espacios para desarrollar una vida indígena, sufren de la criminalización al ser obligados a migrar a la ciudad. El lema del día fue “Jesús llama a los jóvenes a buscar la verdad y a vivir en la libertad de los hijos de Dios”.
El representante de la Iglesia apeló a la conversión y al cambio profundo social para sobrellevar las realidades latentes de la sociedad, haciendo referencia de manera puntual a las peleas de origen político, familiar y social.
“Es urgente que nos reconciliemos de verdad, no tapando las diferencias, sino sanando las situaciones de injusticia y creando ambiente de solidaridad y fraternidad por medio de una real conversión personal y comunitaria”, puntualizó el obispo.
Reforma agraria y deforestación
En la homilía, Alfert mencionó que es preciso reflexionar en qué se hace con la naturaleza y la riqueza de la tierra paraguaya. “Es urgente una conversión total del modelo de producción de nuestro país, cuando el 2% de la población tiene alrededor el 80% de las tierras en sus manos; hace falta una reforma agraria acompañada”, aseveró.
Así también, expuso una dura crítica hacia la desforestación “descarada con autorización del presidente (Horacio Cartes)” y el atropello a la democracia en tiempos de elecciones por medio de plata y presión política.