Por Kiara Coronel
Doña María Luisa Pinar (53) y don Osvaldo Recalde (59) son los impulsores de este refugio para niños y niñas vulnerados en sus derechos. Una organización británica denominada Operación América del Sur es la que decidió financiar esta idea hace poco más de 9 años. El objetivo era brindar un hogar a esos menores que, por razones económicas o por instancias judiciales, necesitaban una familia que los educara y acompañase en el proceso preparatorio para enfrentar la vida.
El hogar El Puente está habilitado por la Consejería Municipal por los Derechos del Niño, Niña y Adolescente (Codeni) y agrupa en estos momentos a 17 niñas y a un niño, quien es el primero en formar parte del equipo que antes solo estaba compuesto por mujeres. El menor fue entregado por sus propios padres al hogar por problemas económicos.
La organización británica ayuda al hogar económicamente, y una vez al año envía a voluntarios para que en un tiempo de unos 6 meses compartan con los menores y realicen una especie de intercambio cultural.
“Tratamos de accionar de acuerdo a los problemas de las niñas. La mayoría fue víctima de abuso sexual, maltratos físicos, explotación por parte de padres alcohólicos, es decir, no conocen lo que es un hogar. No conocen la figura de papá, mamá y hermanos, entonces tratamos de volver a inculcar esos sentimientos, esos valores”, explicó don Osvaldo Recalde a ULTIMAHORA.COM.
Una nefasta experiencia
María Luisa y su esposo decidieron casarse y fueron a vivir a Concepción. Poco tiempo después tuvieron que mudarse al pequeño pueblo de Quyquyhó, tras experimentar la muerte de uno de sus hijos, el mayor, quien enfrentaba una dura lucha contra el cáncer y a los nueve años fue vencido por la enfermedad.
Entre tanto dolor por la pérdida de uno de sus hijos les nació la idea de hacer un censo sobre la situación de niños y niñas en el pueblo. Los datos de extrema necesidad fueron altos, por lo que decidieron habilitar un comedor infantil, hace poco más de 10 años, para dar un pequeño aporte y aliviar la situación de aquellas personas que más lo necesitaban.
“Tuvimos muchos conflictos en el proceso del trabajo, pero fuimos sobrellevando los problemas. Esto inició siendo un comedor infantil, hasta que un día llega una menor totalmente golpeada por el padre alcohólico y le dimos refugio. Es así como de un comedor fue tomando forma de un cálido hogar de niños”, detalló Recalde.
Más que un refugio, una familia...
“Lo que le damos aquí a los niños es un hogar. Somos como una gran familia”, comentó don Osvaldo, al explicar que los niños viven en el lugar. Se levantan, arreglan sus habitaciones, desayunan y luego van a la escuela. Él los lleva en una camioneta hasta la escuela, que queda a pocas cuadras del hogar.
El recinto cuenta con una infraestructura antigua. Pertenecía a los padres de Osvaldo, “pero tiene todas las comodidades”.
Estadística negativa
La mayoría de las chicas llegó gracias a una orden judicial. Más de la mitad de las niñas fueron abusadas sexualmente por parte de algún familiar. “Nosotros las recibimos y ayudamos en el proceso. Contamos con una abogada, una psicóloga y otros especialistas que asisten a las niñas”, comentó el encargado del hogar.
Otra cantidad está por acuerdo de sus padres, personas que no tienen capacidad financiera para mantener a los hijos y optan por dejarlos en el hogar. “Nuestra idea es no desvincularles del entorno familiar, por lo que muchos padres que por falta de ingresos nos dejaron a los menores, pueden visitar a sus pequeños los fines de semana”, añadió.
Son 17 las niñas de entre 5 a 22 años que viven en el hogar y hace una semana recibieron al primer varón del grupo.
Cuando las niñas cumplen la mayoría de edad y deben ir a la universidad, se buscan matrimonios en Inglaterra que quieran ser padrinos de las adolescentes para solventar los estudios universitarios. El primer caso se dio hace unos años con una de las niñas, que actualmente está realizando su tesis para culminar sus estudios en una universidad privada. La mujer se recibirá de licenciada en Administración de Empresas, teniendo 22 años de edad.
Apuesta por la educación y la cultura
La organización que agrupa a estos niños y niñas entiende la importancia de fortalecer el sistema educativo tan carente que posee nuestro país, por lo que, además de enviarlos a la Escuela Nº 76 General Fulgencio Yegros – único centro educativo del pueblo- refuerzan la enseñanza en el hogar y dictan clases de inglés y computación, mientras que una vez al mes van de Asunción cuatro profesoras de música, dependientes de la Orquesta Sinfónica de Asunción, para dictar clases de violín, flauta traversa y guitarra.
Según el responsable del hogar, ellos desean dar oportunidad y las herramientas necesarias a las niñas. “Ellas no tienen por qué ser privadas de la educación y de un hogar”, aseguró.
El hogar funciona hace más de nueve años sin ayuda del Estado paraguayo. Espera recibir a más niñas y niños que se encuentran vulnerados en sus derechos y no tienen un lugar donde recibir asistencia.
En un pequeño pueblo del distrito de Paraguarí, casi olvidado hasta de la ruta asfaltada, se erige este hogar, donde el desafío para triunfar en la vida está en querer hacerlo.