EFE
“Cuando los periodistas publicamos informaciones estamos en peligro, porque sabemos que nos enfrentamos a los poderosos, a los grandes poderes al margen de la ley”, declaró el periodista, quien cuenta con protección policial para ejercer su trabajo.
El corresponsal asistió este lunes a un seminario internacional organizado en Asunción la víspera de la celebración en Paraguay del Día del Periodista.
Cabral explicó que el departamento de Canindeyú se encuentra “avasallado por la producción de marihuana”, cultivo al que recurren los campesinos debido a la “falta de presencia del Estado” para garantizar servicios básicos y mercado para la producción agrícola.
Agregó que las organizaciones dedicadas al tráfico de marihuana, droga de la que Paraguay es el mayor productor de Sudamérica, así como de otras sustancias, están infiltradas en las estructuras políticas departamentales o camufladas con otras actividades, como la explotación ganadera.
A estas actividades ilícitas se une, según Cabral, la tala ilegal de árboles para el tráfico de madera, prohibida en la región oriental de Paraguay por la Ley de Deforestación Cero, vigente desde el 2004.
La presencia de traficantes de drogas o madera provoca en la región “violencia y homicidios”, en muchas ocasiones enfocados contra los periodistas que desvelan estas estructuras, dijo el reportero.
Cabral aludió el caso del periodista Pablo Medina, corresponsal del diario nacional ABC Color en Canindeyú, asesinado en octubre de 2014 mientras investigaba los presuntos nexos del narcotráfico con políticos de la zona.
Cabral, que trabajó con Medina durante varios años, dijo que tras ese asesinato hubo en la zona “un poco más de tranquilidad”, debido a que la mayor presencia de policías en la región hizo mermar las actividades ilegales.
Pese a ello, el diario Última Hora decidió dotar a Cabral de protección policial.
El cronista recibió además amenazas de muerte en una emisora de radio por parte de un exparlamentario, a quien había acusado de un presunto desvío de fondos públicos municipales.
Cabral denunció además que en el curso de muchas de sus investigaciones recibe amenazas e intimidaciones a través de terceras personas.
“Me dicen que no me meta en un tema, que puede ser peligroso, que me calme. Otras veces, me advierten de que ‘me van a hacer viajar’, es decir, que me pueden matar”, reveló el periodista.
Desde la caída de la dictadura paraguaya en 1989, un total de 17 periodistas han sido asesinados en el país, según el Sindicato de Periodistas de Paraguay (SPP).
En las zonas fronterizas entre Paraguay y Brasil reina un clima de alta tensión entre los narcotraficantes y los políticos, de ambos lados de la frontera, y los periodistas padecen de lleno la violencia, según declaró en 2014 la organización internacional Reporteros Sin Fronteras (RSF).