Una treintena de parejas pudieron dar el paso tan esperado: Formalizar ante el altar de Dios sus respectivas relaciones amorosas, en una celebración llevada a cabo en la parroquia Inmaculada Concepción.
Don Freddy Riveros, de 81 años, sintió que el sacramento del matrimonio les cayó –a él y a su pareja– como agua bendita. “Es una bendición, es como agua bendita que cae del cielo sobre nuestras cabezas”, exteriorizó inspirado por el amor que le profesa a Alicia Duarte.
“Estoy muy contento y me voy a casar con una mujer que amo, que me trata siempre muy bien”, dijo al salir del templo, apretado a los brazos de su amada.
Ellos formaron parte de las 30 parejas que tuvieron la oportunidad de recibir el santo sacramento del matrimonio en una celebración realizada en la parroquia Inmaculada Concepción, en Villa Florida.
“¡Que Dios los bendiga!”, proclamó el octogenario en alusión a los organizadores de esta boda. El párroco local, Antonio Prieto, junto con otros dos sacerdotes, tuvieron a su cargo la unión de estas parejas en una fiesta cumplida a instancias de la Fundación Santa Librada.
Hace 17 años convive con Alicia, de 69 años, y aclara que se trata de su segundo matrimonio. “Hace 24 años que falleció mi primera esposa, con ella tuve diez hijos”, apuntó.
Don Freddy fue tractorista profesional durante 50 años. Cuenta que con su trabajo pudo hacerle estudiar a toda su prole.
“Todos son profesionales, con títulos, solo que mis hijos se fueron a Asunción. Uno es contador, otra contadora, uno es mecánico de barco; incluso, mi hija que tenía 10 años cuando falleció mi esposa, ahora tiene 34 años y es licenciada en Enfermería”, cuenta.
Ya jubilado y retirado del ajetreo de la rutina, dice que con su bote se dedica a la pesca. “Como toda mi familia vive en Asunción, lo que me sobra vendo”, señala.
Se acuerda de su madre –fallecida hace 12 años–, quien se casó también en una boda colectiva y reconoce que se inspiró también en ella para casarse.
FACTOR ECONÓMICO. Ramona Benítez, de 51 años de edad, cuenta que después de 32 años tuvo la posibilidad de dar el sí ante Dios. “Vamos a llegar hasta el altar, gracias a la fundación y estoy muy ansiosa”, afirmó en la antesala de la celebración.
Su pareja, Vicente López, trabaja en una estancia y solo los fines de semana –a veces cada mes–, llega a su casa. “Le hice la liga para aprovechar la ocasión porque él también tiene ya 60 años y está cerca de jubilarse”, contó al sincerarse: “Le dije: Para qué vamos a negar, no tenemos plata ni ahorro, y aceptó”.
Ramona hizo esa referencia, ya que el factor económico fue el principal obstáculo para casarse por Iglesia y por civil, hasta este momento.
“Ahora que somos abuelos, principalmente, queremos formalizar nuestra relación”, dijo al compartir que tienen dos hijos y una “nieta grandecita” y otro está en camino.
Ramona refiere que ella soñaba con casarse siempre. Una vez soñó que se iba a la iglesia y no podía comulgar. Ahora eso ya no pasará.