26 abr. 2024

Urgen acciones más eficaces ante casos de violencia y feminicidios

El primer semestre del año está concluyendo con un total de 16 muertes. Estos casos de feminicidios dejan a su vez a 39 niños y niñas huérfanos. Este problema está lejos de encontrar una solución, y, al contrario, corremos el riesgo de volver a normalizar este tipo de conductas. Contamos con una ley “De protección integral a mujeres contra todo tipo de violencia”, pero resulta evidente que con eso no basta. Todas las instituciones del Estado deben emprender acciones más eficaces para cortar esta epidemia de violencia.

El lunes fue, sin duda, una jornada trágica. En un solo día se sucedieron tres presuntos feminicidios en Asunción, Concepción y San Pedro. El primero sucedió en la populosa Chacarita, en la capital del país. Una mujer de 31 años perdió la vida a manos de su ex pareja, de acuerdo con el testimonio que dieron los familiares. La víctima deja huérfanas a dos hijas pequeñas: una de siete años y una bebé de siete meses.

El segundo caso sucedió en Concepción. Un hombre de 40 años mató a puñaladas a su ex pareja; la víctima tenía 35 años y que deja huérfanos a tres hijos. Según un pariente de la mujer, ella ya había denunciado al hombre por amenaza, en una subcomisaría, pero aparentemente nadie se ocupó de su denuncia, aunque –de acuerdo con las expresiones de la fiscala del caso– no consta ninguna denuncia nueva contra el hombre, excepto una de 2012 por violencia familiar y robo.

El tercer caso ocurrió en San Pedro. Una adolescente de 17 años fue hallada muerta en su domicilio; el principal sospechoso de este crimen es el padrastro de la adolescente.

Con estos tres casos, la cifra total de feminicidios en este 2022 asciende a 16.

Paraguay cuenta desde el año 2016 con una ley “De protección integral a mujeres contra toda forma de violencia”. Esta ley tipifica como delito el feminicidio por primera vez en la historia del país. La Ley 5777 pena al autor de feminicidio con entre 10 y 30 años de privación de libertad.

Por feminicidio se entiende el asesinato de una mujer a manos de un agresor con el que la víctima hubiera tenido alguna relación conyugal o con el que existiera algún parentesco, dentro del cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad. La ley también reconoce como feminicidio el asesinato de la mujer como resultado de un ciclo de cualquier tipo de violencia hacia la víctima.

Sin embargo, pese a contar un marco normativo y penas altas de prisión para quien comete este delito, la violencia contra las mujeres y los feminicidios no ha disminuido; de hecho que las Naciones Unidas los ha calificado como una pandemia ignorada. Ni la ley ni las instituciones están logrando detener la ola de muertes; por lo tanto, es hora de asumir que se requiere un mejor trabajo por parte de los organismos del Estado, y, sobre todo, una gran campaña de educación y concienciación para frenar esta racha de violencia criminal.

Para la fiscala Susana González, la situación de violencia contra las mujeres sigue igual que antes o incluso en aumento. Sostiene además que falta un abordaje integral de la problemática. “Actuamos cuando ya pasó el hecho, pero no actuamos para evitar que suceda”, apuntó. La funcionaria sostiene que con procesar y meter presa a la gente no termina el problema, y afirmó que la violencia familiar es un problema cultural.

Aunque en los últimos años se puede reconocer como un factor positivo que la sociedad ha tomado conciencia, queda claro que respecto a la violencia machista todavía nos falta mucho para poder superarla. Y como bien lo ha expresado la fiscala, hace falta un enfoque integral y más comprometido por parte de todas las autoridades, comenzando por las instituciones que tienen a su cargo recibir las denuncias, y que tienen en sus manos la posibilidad de trabajar desde el primer momento con las mujeres que son objeto de violencia familiar.

La clave, sin duda, está en la educación. Es el punto de inflexión para comenzar a construir una sociedad en la que lo normal sea el respeto hacia todas las personas, en la que nadie se sienta propietario de otra persona. Debe quedar claro en todo momento que, para garantizar que las mujeres vivan una vida sin violencia, se debe garantizar primero que vivan en condición de igualdad.