Ese hallazgo forma parte del primer informe conocido sobre la llamada estadística inferencial detectada en un animal que no pertenece a la especie de los grandes simios.
Los expertos Amalia Bastos y Alex Taylor llevaron a cabo varios experimentos diseñados para probar diversos criterios de comprensión estadística, comparándolos con estudios previos realizados con primates y niños.
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Los científicos entrenaron primero a seis loros (llamados Blofeld, Bruce, Loki, Neo, Plankton y Taz) para que asociaran el color negro con un premio y el color naranja con la ausencia de recompensa.
Después variaron las frecuencias relativas de las fichas naranjas y de las negras en dos jarras transparentes y ofrecieron ambas a las aves, tapando cada ficha en un puño.
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Entre sus hallazgos, encontraron que las Kea preferían las fichas que procedían de las jarras donde había una frecuencia relativamente más alta –pero no necesariamente absoluta– de objetos que conllevaban un premio.
También observaron que los animales optaban por las fichas que seleccionaba uno de los expertos que realizaban dichas pruebas, que tendía a ofrecer una fracción más elevada de las premiadas.
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El estudio es relevante porque hasta la fecha solo los humanos y los grandes simios habían demostrado su capacidad para la estadística inferencial.