Por Stefanie Céspedes @BetiStef
Jackson Zamora tiene 36 años y es padre de dos adolescentes de 16 y de 14 años. Pasó por varias situaciones en la vida que le hicieron cambiar su perspectiva, por lo que decidió agradecer al mundo, a la humanidad y a Dios por todo lo que recibió en sus años de existencia.
“No solo recorro el mundo, también llego a colegios y comunidades a dar charlas motivacionales sin pedir nada a cambio. Creo que los jóvenes y todas las personas necesitan sentir nuevas cosas que les motiven a vivir, a sentir de nuevo para poder aportar al mundo”, manifestó Jackson durante una visita a ÚLTIMA HORA.
Su compromiso es el voluntariado, especialmente realizando las charlas en escuelas subvencionadas. “Sin embargo, acepto los aportes en combustible o alimentos para ayudar a solventar mis gastos, que salen de mi bolsillo. Recibo tanta ayuda que no sé si merezco tanto de la gente”, reflexionó.
Salió de Ecuador el pasado 6 de noviembre, ya recorrió Colombia, Venezuela, Brasil, Perú, Bolivia y Paraguay, pero aún no tiene fecha para finalizar el recorrido.
Su paso por Paraguay
Años atrás ya visitó nuestro país y Zamora estaba seguro de que había atravesado el Chaco, no obstante, en este viaje ingresó por Bolivia y se dio cuenta de que “esa era la verdadera Región Occidental”, ya que aquella vez solo pasó por Mariscal Estigarribia para llegar a Bolivia.
“Acabo de hacer la ruta 9 desde el inicio hasta el final, pasando por la Transchaco. Además, ahora estoy recorriendo Asunción, de aquí voy a Pedro Juan Caballero y luego a Ciudad del Este para regresar a Brasil a culminar mi recorrido por los tres estados que me faltan y pasar a Uruguay, donde quisiera saludar a Pepe Mujica y luego voy al sur”, explicó.
Jackson ingresó a una zona del Chaco paraguayo de donde no pudo salir por seis horas aproximadamente. Luego de dar vueltas y volver siempre al mismo lugar, encontró el camino, llegó hasta una casa donde pidió agua y le comentaron que a unos metros vivía un torero ecuatoriano.
La felicidad de este viajero fue tan inmensa que de inmediato se dirigió hasta la casa indicada. Lleno de cansancio por tanto recorrer, de polvo de la tierra árida del Chaco y muy deshidratado ya que el intenso sol había permanecido mirándolo de frente muchas horas, se presentó en la casa.
“Busco al torero ecuatoriano, dígale que le busca otro ecuatoriano”, esas palabras bastaron para ser recibido por su paisano que reside en Paraguay y compartir anécdotas, además de disfrutar de una buena ducha, las delicias culinarias de nuestra tierra y por supuesto, mucha agua.
De regreso a Ecuador hará una parada para estar con su familia y participar de algunos proyectos, irá por Chile y Perú, culminando así la primera etapa de su recorrido.
El viaje
Decidió emprender este viaje luego de vivir muchos años de una manera despreocupada por los demás, concentrado solo en el trabajo y en lo material. “Nos olvidamos de que existen personas con historias de vida maravillosas pero que las guardan en un álbum que ni siquiera lo comparten con nadie”, manifiesta.
Aseguró que todas las personas que tienen una historia no deben ser egoístas como para guardarse esas vivencias para sí y no compartirlas con los demás, esa fue la motivación para emprender este viaje por el mundo.
Anteriormente se dedicaba al turismo, además de dar charlas a jóvenes. Comentó también que hablando en un colegio sobre cómo cumplir los sueños, un adolescente le preguntó si él ya había cumplido el suyo, lo que le hizo pensar por varios días.
“Mi sueño era recorrer el mundo y ahora aquí estoy”, señala mientras mira algunas de las fotografías tomadas por él mismo con una cámara fotográfica en la que registra cada uno de los lugares a los que llega.
“Mis hijas también son mi motivación y me apoyan en este sueño. Cada vez que puedo conectarme al Facebook encuentro sus mensajes de apoyo y sus comentarios en las fotos que voy levantando. Ahora espero que en algún momento puedan viajar conmigo”, dijo muy emocionado.
La moto
Varias personas aportaron para que Jackson pueda obtener su primera motocicleta, con la que recorre el mundo. Relató que sus amigos le regalaron los tanques de reserva de gasolina, la indumentaria y de esa manera fue “armando” todo lo que necesitaba para viajar.
“No sé si soy un motociclista, yo solo viajo en una”, comenta entre risas.
La cámara de fotografiar fue también un elemento nuevo para este aventurero, ya que aprendió a usarla durante el viaje. Una vez en Brasil conoció a un fotógrafo que le enseñó algunas técnicas y asegura que hoy sus fotografías ya muestran algo más claro y que un día puede llegar a exponerlas.
En la motocicleta también lleva su equipaje: equipo de sobrevivencia y una carpa para dormir en el lugar que alcance la noche, entre otras necesidades básicas.
Su frase
“Tú sabes dónde te despiertas, pero no sabes dónde vas a dormir”.
Rutina del viajero
Se levanta temprano todas las mañanas para escribir en detalles todo lo realizado el día anterior así como revisar las fotografías. El objetivo es escribir un libro al término del viaje.
Luego realiza la hoja de ruta del día y asegura que lo que le sostiene cada mañana es el recuerdo de sus hijas.
Finalmente “levanta carpa”, ordenando cada elemento en su motocicleta.
Una anécdota
En Surinam, donde hablan holandés y un idioma local, Jackson llegó sin hablar ninguna de las dos lenguas.
La primera complicación llegó al romperse la bomba de gasolina y mientras caminaba al lado de su moto en la carretera, en una zona desolada por donde recorría desde unas cuatro horas más o menos, llegó un vehículo que llevaba a bordo a una familia hindú que paró la marcha para dar auxilio al forastero.
“No hablábamos el mismo idioma así que comenzamos a comunicarnos con señas. Yo pensé que me entendieron, pero el hombre abrió la puerta trasera del vehículo, sacó unas bananas que me entregó, volvió a subir y se fue. Ese fue un momento muy desesperante, pero continué caminando al lado de mi moto por unas horas más hasta llegar a un taller”, comenta.
Horas más tarde, ya con el problema de la moto solucionado y de vuelta en la carretera, se percató de que un vehículo lo estaba siguiendo, luego comenzó a hacerle señas con luces y hasta con la bocina para llamar su atención.
Zamora pensó que lo iban a asaltar y cuando ya no tuvo opción y el vehículo le cerró el paso descubrió que se trataba de aquella familia que horas antes le había regalado tres bananas.
“Esa familia había ido en busca de ayuda, nos reímos mucho y a pesar de no hablar el mismo idioma, esa noche me hospedaron en su casa, me invitaron a comer, compartimos como si nos conociéramos desde siempre y como si nos entendiéramos con palabras”, relató el hombre que hoy continúa su viaje por el mundo.