El gasto estatal en subsidios al transporte público sigue creciendo aceleradamente, a pesar del deficiente servicio y del bajo uso por parte de la ciudadanía. En solo dos meses, ya se consumieron más del 24% del presupuesto destinado a este rubro para todo el 2025, financiado también con deuda pública. Mientras miles de usuarios denuncian a diario las precariedades del sistema de transporte público, el Gobierno continúa aumentando el dinero destinado a subsidiar el costo del pasaje.
Para 2025, el Presupuesto General de la Nación (PGN) contempla G. 302.760 millones (USD 39,9 millones) para el subsidio. Sin embargo, en solo dos meses ya se ejecutaron el 24,3% de ese monto, lo que sugiere que, al ritmo actual, la asignación volverá a ser insuficiente y deberá ampliarse.
Este incremento se da sin que el servicio haya mostrado mejoras, lo que afecta en primer lugar a los usuarios del transporte público, pero también a los que utilizan vehículos particulares o motocicletas, ya que estos destinan parte de los recursos familiares al gasto en combustible.
Según un estudio del Banco Mundial para Paraguay, apenas un 15% de los desplazamientos corresponden al transporte no motorizado (a pie, en bicicleta) y un abrumador 78% de todos los viajes se realizan en automóvil o motocicleta.
No hay red vial que aguante estas proporciones. El gasto en viaductos, costaneras, ampliaciones nunca serán suficientes para solucionar el problema. Al contrario, además de que se endeuda al país y, en consecuencia, a la ciudadanía, continúan generándose congestionamientos y afectando a la salud física y mental de la población.
El mismo estudio señala la gran cantidad de horas que se pierden en el tráfico. Aunque alrededor de la mitad de todos los viajes oscilan entre 1 y 5 kilómetros, independientemente del modo de transporte, más del 16% de todos los viajes en transporte público duran más de una hora.
Lo peor del caso es que una parte del problema se solucionaría con una mejor planificación, según el Banco Mundial. Por ejemplo, el corredor de la avenida Eusebio Ayala, que concentra uno de cada seis viajes diarios, es una de las rutas prioritarias en las futuras inversiones en transporte público. El corredor se beneficiaría de una amplia oferta de transporte público, pero el análisis de los datos muestra que hay margen de mejora en términos de calidad y eficiencia del servicio. Hay numerosas superposiciones y falta de coordinación entre las rutas. Una reorganización de las líneas sería un primer paso para mejorar.
En paralelo sería importante plantear respuestas en términos de infraestructura, lo que conllevaría costos significativos, pero probablemente podrían financiarse reemplazando el subsidio o con los retornos económicos en términos de productividad, mejores accidentes o mayor salud física y mental de la población.
La pregunta es: ¿Qué impide a las autoridades nacionales realizar los cambios necesarios si los costos no son elevados?, mientras no se ponen límites al aumento de un subsidio que no se traduce en mejoras. No hay justificación para la inacción gubernamental ante el calamitoso e ineficiente servicio de transporte público. Solo queda la hipótesis de una primacía de intereses particulares por encima del bien común.