<em>Por Blas Brítez- Periodista</em>
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Una bisagra. Tal vez ésa sea una de las definiciones que mejor le caben a Toquinho. Siempre con respecto a la historia de la bossa nova, por supuesto, cuyo aniversario de nacimiento número 50 se cumplió este año. Una bisagra entre los padres fundadores de lo que el propio músico define como “una atmósfera musical” y la segunda generación de virtuosos y vitales cultores de la música brasileña. Vinicius de Morães, el gran poeta, fue su Virgilio: apenas veinteañero, Toquinho frecuentó, protagonizó y proyectó desde muy temprano todo el movimiento.
Minutos antes de su salida al escenario del Teatro Lírico, del Banco Central del Paraguay, en el concierto que brindó el pasado jueves 30 de octubre en el aniversario de Interbanco, concede esta entrevista en su diminuto camerino. Se sienta, tiene una súbita duda y se vuelve a levantar. No podía ser para otra cosa que para tomar la guitarra. “Podemos empezar”, me dice.
-¿Cómo ves tu propio lugar en la historia de la bossa nova?
-Yo hago parte de una generación que son los hijos de la bossa nova. Ésta fue hecha por la generación anterior a la mía, la de Tom Jobim, Vinicius de Morães, João Gilberto, Baden Powel. Nosotros -Chico Buarque, Caetano Veloso, Gilberto Gil, Jorge Ben Jor, yo, todos- empezamos después que ellos. Tocamos guitarra porque tuvo ese movimiento como base a la guitarra; tocamos la guitarra porque João Gilberto existió y existe todavía. Yo tengo una conexión más grande con la bossa nova porque trabajé muchos años con Vinicius de Morães, diez años componiendo con él. Tuve conexión con ellos porque Vinicius me llevó. Me mezclo un poquito más con ellos, pero yo llegué después.
-Empezaste a trabajar muy joven con Vinicius. ¿Cómo fue esa experiencia?
-Yo tenía 23 años y él tenía más que el doble de mi edad, y ya era Vinicius de Morães, un gran poeta; ya había hecho una parte importante de la música brasileña.
Mirá, es la suerte, que es cuando una persona aprovecha la oportunidad. Yo grabé mi primer disco cuando tenía 18 años. Después fui a vivir a Europa con Chico Buarque; hice canciones con Jorge Ben Jor, y cuando encontré a Vinicius tenía ya una consistencia de cinco años de trabajo profesional y muchas canciones hechas. Entonces nos dimos lo que ambos necesitábamos: él me dio el poeta, el aval de Vinicius, y yo le dí a él lo que no tenía más, que era la juventud, la guitarra, las ganas de hacer las cosas, una musicalidad joven. Nos llevamos muy bien, pues él vino con toda la experiencia y yo con todas las ganas. Tuvimos una unión muy especial; era como decía él: “Un matrimonio sin sexo”.
Después de una risa leve y sorda, como festejando la última frase, calla. Entonces, es la música la que habla: unos acordes irreconocibles, pero hermosos. Vuelvo en mí y le pregunto:
-¿Considerás que los jóvenes siguen haciendo buena bossa nova?
-Sí; ellos tienen una relectura de toda la música. Lo que pasa ahora es que existe la internet, existe este movimiento que dice que el pasado no es más pasado, que el pasado es presente. Años atrás el pasado se quedaba en un disco viejo que nadie compraba. Ahora el pasado está listo en la internet. Si uno busca cualquier nombre de la cultura del Paraguay o la brasileña, tiene ahí todo hecho. El joven puede tomar el conocimiento del pasado reciente. Creo que la internet ayudó muchísimo a que el pasado nuestro no se quedase parado en el tiempo, como un humo o un fuego que se queda cada vez menos nítido.
-¿Qué tipo de música toca hoy Toquinho?
-Todas. Mucha improvisación, mucho jazz brasileño, el samba tradicional, la bossa nova. Todo es bello. Basta que toques bien, armónicamente y todo, entonces cualquier canción puede tener una luz. La música es un lenguaje universal. Y la bossa nova no es una música, es una atmósfera musical. Todo puede tocarse en la bossa nova.
La primera música que yo hice con Vinicius era una canción que decía (toca la guitarra y canta): “Quem já passou por essa vida e não viveu, pode ser mais...”. Ése es un adagio del siglo XVII, de Albinoni (y toca los acordes del adagio para hacer notar la semejanza). ¡Es un samba, ya era un samba! Entonces, no hay tiempo en la música. La música es eterna, no hay fronteras, no hay nada que divide a los pueblos en esto, pues la música es la música.
-Normalmente, ¿qué música escuchás?
-Los músicos, más que escuchar, tocamos. Es muy difícil que una canción me sorprenda. Cuando estudias la música, la armonía y todo eso, oyes y ya sabes lo que es. Yo oigo mucho las cosas técnicamente. No puedo leer un libro con una canción, no llego a concentrarme. Yo prefiero tocar que oír. El tiempo que puedo oír, son los momentos circunstanciales.
La entrevista sigue por unos minutos más. Mientras toca despacito la guitarra como para que su voz se siga oyendo, me cuenta que su próximo proyecto es tocar acompañado de la gran cantante de jazz Diane Kroll, quien lo invitó para realizar un show juntos en Brasil.Así es Toquinho. Lleno de proyectos, lleno de bossa nova.
Cultura: “Existen muchos Brasiles en Brasil”
“Nosotros (los brasileños) estamos muy aislados de toda la América del Sur. A pesar de formar parte del Cono Sur y todo. Nosotros hablamos portugués, y la cultura hispana es difícil que entre, pues existe un nacionalismo muy grande en Brasil. A la gente le gusta la cosa brasileña. Y hay una riqueza muy grande de ritmos en Brasil, que a veces me siento turista allí. Por ejemplo, si voy al Nordeste, parece otra tierra; hay muchos Brasiles en Brasil. Entonces no hay el intercambio que debería haber. Es mucho más simple para Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay; es mucho más simple porque hablan el mismo idioma. Pero para el pueblo la lengua castellana no es una cosa familiar, y es difícil el intercambio discográfico. Tiene también toda la burocracia, aunque con la internet ahora las casas discográficas están sin camino a seguir, todas perdidas.”