La teoría de género nos ofrece herramientas para primeramente conversar sobre este punto y luego para tomar el impulso y construir políticas públicas que reparen las desigualdades a partir del conocimiento científico.
Estos recursos distan de la “ideología de género”, un invento de los grupos conservadores para desacreditar cualquier intención de avanzar hacia la igualdad y la no discriminación. No solo en Paraguay se pueden escuchar disparates que van en detrimento de los derechos humanos, pues, aún persiste una carencia de conciencia sobre los beneficios de su progresividad a nivel mundial.
De hecho, el Índice de Normas Sociales de Género muestra que la mitad de la población global todavía cree que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres, y más del 40 % opina que ellos son mejores ejecutivos empresariales, en un contexto en que las mujeres tienen más formación educativa, pero reciben en promedio 39% menos de paga, según se demostró en 59 países.
El informe que publicó recientemente el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) revela incluso que un 25% de la población mundial cree que está justificado que un hombre le pegue a su esposa.
Los constantes discursos y manifestaciones en contra de las distintas formas de violencia hacia la mujer no son un cliché, sino gritos de sobrevivientes que encontraron fortaleza en la sororidad y organización, para exigir que los derechos se hagan efectivos.
En el material, el PNUD señala que los gobiernos deben cambiar las normas sociales de género, partiendo por ejemplo, de la discusión del trabajo no remunerado de cuidados, que recae principalmente en las mujeres, pues ellas dedican entre seis y siete veces más tiempo que los hombres a estas tareas.
¿Cómo estamos en Paraguay? El permiso de maternidad de 18 meses se convirtió en una herramienta de discriminación por parte del empresariado, que prefiere a hombres que solo cuentan con 14 días de permiso de paternidad, un periodo insuficiente no solo para el acompañamiento que necesitan la madre y el recién nacido al inicio, sino además para la corresponsabilidad que implica la crianza. Como política pública se podría pensar, por ejemplo, en aumentar o igualar la cantidad de semanas de permiso, ningún “pro vida, pro familia” se animaría a rechazar esta propuesta o ¿sí?
Como el problema debe abordarse de forma integral para que realmente tenga un impacto, también se debe discutir la precarización laboral, que nuevamente las mujeres están en condiciones más vulnerables. En Paraguay, la carga es de 48 horas semanales, pero las jornadas se alargan cuando se viola el Código Laboral con total impunidad y un Ministerio de Trabajo prácticamente ausente. En otros países, como en Chile, ya están apostando a las 40 horas con el objetivo de fondo de tener trabajadores motivados que compartan más tiempo de calidad con su familia y a la vez infancias felices que retribuirán a la sociedad en el corto, mediano y largo plazo.
En cambio, en Paraguay se sigue incumpliendo con la instalación de guarderías en las empresas que cuentan con más de 50 mujeres en el plantel y las denuncias por violar el permiso de maternidad se acumulan en el Ministerio de Trabajo.
El Gobierno elaboró un documento base para el diseño de una política nacional de cuidados en el país. Este documento sugiere promover la ampliación de licencias maternales, paternales y de lactancia, además, de la universalización de espacios de desarrollo infantil, que actualmente son muy costosos e inaccesibles para la mayoría de las familias. Sin embargo, hasta ahora solo son propuestas.