En tiempos de la sanitocracia son los médicos los que marcan las pautas de convivencia y los poderes del Estado básicamente se limitan a poner en práctica lo que los doctores en medicina sugieren.
Esto es porque ni la clase política ni empresarial están en condiciones de liderar el combate a una epidemia como el Covid-19, que se presenta muy amenazante y hasta ahora no existe una forma única de tratar a las personas que son infectadas por el virus.
Hasta ahora, el Ministerio de Salud, si bien hay críticas, manejó bastante bien la situación en medio de las precariedades que caracterizan al sistema sanitario paraguayo. Los números respaldan la gestión de los doctores. Hay bajo nivel de infectados con relación a la población del país y los números de fallecidos, en comparación con otros países, son mínimos. Además, la mayoría de los casos de decesos corresponden a personas adultas o con enfermedades de base.
Si bien en estos días aumentó el número de contagiados ya sea por contacto o sin nexo, era sabido que con la flexibilización de la cuarentena o la cuarentena inteligente el número de personas alcanzadas por el virus iría en aumento, aunque siempre se apuntó que dicho incremento sea controlable.
Es notable la obediencia que mostró la población a las recomendaciones médicas. Cuando empezó la cuarentena, a finales de la primera quincena de marzo, los doctores dijeron que la gente se quedará en su casa y todo el mundo se metió en la pieza, otros prefirieron entrar bajo el colchón y algunos más precavidos se metieron bajo cama, todo con tal de no ser infectados por el Covid-19.
Después nos dijeron que debíamos usar tapabocas, guantes, gorros, entre otros accesorios, y todos se ingeniaron para cumplir con el protocolo de una u otra manera y de acuerdo con sus posibilidades.
A todas luces se impuso la sanitocracia y gracias a ello estamos hoy día a buen resguardo.
El punto en donde la mayoría no coincide con los profesionales de la salud es en el impacto que las medidas sanitarias tienen sobre la economía.
Hoy día muchas empresas ya están operando en un alto porcentaje de su capacidad, otras están operando a medias y un tercer grupo clama por volver a abrir sus puertas y generar negocios.
También es cierto que muchos locales comerciales ya están operando, pero son los clientes los que aún no salen de sus casas o no van a los comercios a realizar compras, ya sea por miedo o por querer ahorrar el dinero para hacer frente a posibles contingencias o sencillamente por no contar con dinero en el bolsillo para realizar las comprar o contratar un servicio.
Esto genera una mayor desesperación entre los comerciantes, empleados y familiares, pues al no reanudarse la actividad económica o comercial crece la incertidumbre sobré qué pasará mañana con la economía empresarial o familiar.
Según el economista José Luis Rodríguez Tornaco, “la sanitocracia somete a la economía en un estrés”, dicho de otra manera, son las medidas sanitarias las que están impactando negativamente en la economía loca e internacional.
De ahí surge la necesidad de que el Gobierno articule un plan para mitigar los impactos del Covid-19 en la economía. Lastimosamente los doctores no pueden aportar mucho en este caso.
Empezamos el segundo semestre del año y todos ponemos nuestras miradas a cómo cerramos el 2020. Los pronósticos no son muy alentadores, ¡pero por lo menos hay esperanza de llegar sanos!