Con mucha impotencia e indignación, el país entero va tomando conocimiento del festival de gastos que hacen los políticos con el dinero del Presupuesto General de la Nación, que con tanto esfuerzo aporta el pueblo con sus impuestos.
A la vergonzante y escandalosa lista de hijos, hijas, cuñados, hermanos y esposas de parlamentarios, así como también autoridades del Poder Ejecutivo, que han recibido nombramientos sin concurso y sin merecimientos pero con millonarios salarios y beneficios, se debe agregar hoy, de acuerdo con una publicación de ÚH, un carísimo organigrama de directivos del Congreso.
De acuerdo con este esquema, en total son 29 los directores generales que ocupan ese rango. Estos funcionarios ganan entre 15, 17 y 19 millones de guaraníes, a los que se suman gastos de representación, que en algunos casos llegan a G. 5 millones o más, y también bonificaciones que llegan hasta G. 7 millones, vale decir que mensualmente estarían percibiendo montos de entre 25 y hasta más de 31 millones de guaraníes. Comparativamente con respecto a lo que reciben los parlamentarios, estos salarios de directores generales están prácticamente equiparados con los que reciben las autoridades electas. El titular del Senado, cargo ocupado actualmente por Silvio Ovelar, recibe un sueldo de un poco más de G. 29 millones; más los gastos de representación de G. 7 millones. La suma supera G. 37 millones.
Resulta llamativo además el hecho de que para estar al frente de una Dirección General en el Congreso no se requiera tener un título. Esto se deduce claramente, pues algunos directores generales cuentan solamente con una formación de bachillerato; aunque entre ellos predominan los abogados, contadores, analistas de sistemas, licenciados en Administración, Psicología, Filosofía y Bibliotecología.
El abultado organigrama incluye, por ejemplo, una Dirección General de Comisiones, aunque las más de 20 comisiones asesoras cuentan con direcciones, coordinadores y jefes. Otro ejemplo, la Dirección General de Administración Financiera, se divide en dos direcciones generales, una administrativa y otra financiera.
Uno de los datos más llamativos, publicados por Última Hora, se refiere a una oficina de atención a la ciudadanía y acceso a la información pública, convertida luego en una dirección general. Al frente de la dependencia está una encargada con grado en bachillerato. La funcionaria, con un salario que supera los G. 28 millones, deriva los pedidos de informes a otras direcciones. Por otra parte, algunas direcciones llevan nombres llamativos, sin especificar qué funciones cumplen, y en algunos casos quedan como si se crearan a medida; mientras que otras se superponen, como la de Ceremonial y Protocolo; y la de Relaciones Internacionales, que trabajan en forma separada.
No se niega la importancia de la organización que necesitan las instituciones del Estado, especialmente uno de los poderes como es el Legislativo, que tiene funciones tan importantes. Sin embargo, resulta evidente el manejo discrecional de los recursos a la hora de repartir beneficios y privilegios.
Esos salarios que perciben los directores generales, algunos de ellos sin formación académica universitaria, están absolutamente por fuera del rango del ámbito privado, por mencionar uno de los aspectos de la discrecionalidad y la desigualdad, pues ninguna empresa privada contrata a un bachiller como director general y le paga un salario millonario. Es inaceptable que sigan administrando con tanta irresponsabilidad los recursos públicos que con tanto esfuerzo aporta el pueblo paraguayo para sostener a las instituciones del Estado.