El presidente Santiago Peña ha tomado por costumbre tratar cualquier hecho revelado por la prensa como una cuestión personal entre él y los propietarios del medio o los periodistas, y no como lo que realmente es; una cuestión de Estado que le obliga a dar explicaciones públicas. El último caso empezó con la denuncia de alguien que trabajó con la familia presidencial, en lo que podría considerarse casi como simple cotilleo, pero que fue escalando en gravedad en la medida en que saltaban nuevos detalles como el uso del polígrafo de las Fuerzas Armadas para una “cuestión doméstica”, y se hacían más irritantes las respuestas escuetas y vacías del jefe de Estado. Vale la pena hacer un repaso de algunos de estos incidentes en los que Peña sencillamente prefiere fingir demencia.
El primero fue el relacionado con su lujosa residencia de verano. Se publicó que, desde los primeros días de su mandato, Peña utilizó el helicóptero presidencial para trasladarse a una finca en San Bernardino donde estaba montando una quinta veraniega. No estaba claro si era él quien estaba pagando la construcción y había además una serie de situaciones poco claras con respecto a la persona que en teoría le vendió la propiedad.
A juzgar por su declaración de rentas, Peña contaba con ingresos suficientes como para costearse la quinta, pero, lejos de presentar los documentos que acrediten que lo hizo, se limitó a calificar la publicación como un intento de extorsión de la directora del periódico, recordando además que los hijos de ella estaban corriendo el rally. Confieso que varios meses después sigo sin entender qué tenía que ver la residencia veraniega con las aficiones automovilísticas de los vástagos de la empresaria en cuestión.
Lo cierto es que el presidente apareció ofuscado denostando contra el medio y su directora, pero jamás se tomó el trabajo de responder las preguntas que había sobre el caso ni a presentar alguna documentación respaldatoria. Los órganos de propaganda del oficialismo buscaron desviar la atención denunciando una supuesta violación de la seguridad presidencial porque se tomaron fotos de la quinta con un dron, cuando que hasta ese momento nadie sabía siquiera que en el lugar se montaba el paraíso estival del presidente.
Hubo otros casos similares en los que el mandatario sencillamente evitó dar mayores explicaciones, pero este último al que hice referencia inicialmente va adquiriendo ribetes de escándalo. Una mujer que trabajaba al servicio de la familia de Santiago Peña, incluso antes de que este se convirtiera en presidente, denunció que fue despedida luego de que le acusaran de un robo en la residencia presidencial. Ella exhibió unos mensajes en el teléfono en los que le informaban que había desaparecido un sobre con cien mil dólares en efectivo. Dijo que incluso la sometieron a la prueba del polígrafo para saber si era la responsable, y que finalmente la despidieron a ella y a otros familiares que habían sido nombrados en el Estado. Por cierto, ella también había sido incluida en la nómina pública. Peña respondió con un posteo en redes señalando que esta persona había violado la confianza de su familia, que no daba detalles para no perjudicarla y que no permitiría que se inventaran historias. Luego, el ministro de Defensa confirmó que se usó el polígrafo de las FFAA porque –pretextó– se trataba de una cuestión de seguridad. Y eso fue todo.
El presidente jamás explicó en qué consistió la violación de confianza; si desapareció o no el sobre con los cien mil dólares (ni de dónde salió el dinero si es que existió). No dijo en qué parte de qué ley se autoriza al gobierno a someter al polígrafo a un ciudadano civil en averiguación de un hecho que, por cierto, nunca se denunció. Tampoco dio explicaciones sobre las sugestivas visitas que recibió por las mismas fechas de uno de los principales contratistas del Estado.
Peña se emperra en el silencio como si fuera una cuestión personal con la prensa. Todavía no entiende que la obligación de dar explicaciones es con sus mandantes, los mismos que le están pagando el salario, la residencia y hasta el servicio doméstico por lo que sabemos hasta ahora.