28 mar. 2024

“Si nos callamos, aceptamos todo el mal que nos hicieron”

SILVANO ORTELLADO

El Informe Verdad y Justicia refiere sobre los hechos de la Pascua Dolorosa lo siguiente: “El 15 de abril el domicilio de Silvano Doroteo Ortellado Flores fue rodeado por un grupo de policías fuertemente armados al mando del comisario de la zona, Ernesto Segovia, quienes tras una intensa balacera obligaron a sus ocupantes a abandonar el rancho. Siendo alcanzado por los proyectiles, Silvano fue llevado a rastras a 40 metros del lugar, en donde lo ataron a un árbol y lo torturaron frente a sus familiares. Luego fue ejecutado con un tiro de gracia en la nuca por Ernesto Segovia y Tomás Salinas”.

En el barrio Pablo VI en Santa Rosa, Misiones, bajo la sombra de los árboles, se reúnen tres generaciones de la familia Ortellado para hablar sobre los terribles sucesos de hace 43 años. A pocos metros del lugar donde están reunidos hay un monolito junto a un enorme pindó, en el lugar exacto donde fue asesinado Silvano Ortellado Flores, frente a todos sus hijos, aquella noche del 15 de abril de 1976.

Cristina Meza viuda de Ortellado tiene 78 años y comenta que fue su marido Sivá, como era conocido Silvano, quien se unió primero a las Ligas Agrarias Cristianas. “En casa eran siempre las reuniones porque había una buena sombra. Encontré que eran buenas las Ligas, nosotros trabajábamos en minga y después poníamos las cosas en común”.

Las Ligas Agrarias tenían escuelitas campesinas donde los niños aprendían en guaraní sobre sus propias realidades, y además trabajaban mancomunadamente en una forma en la que nadie trabajaba para su propio beneficio, sino el de la comunidad.

LA REPRESIÓN. Las Ligas Agrarias comenzaron en 1962 con el apoyo de la Iglesia Católica y se fundaron con el espíritu de cooperación para la producción agrícola al tiempo que desarrollaban una conciencia crítica y de clase. Desde los años 70 sufrieron persecución, pero fue en 1976 cuando la ola represiva les alcanzó de forma brutal, durante la gran represión que siguió al descubrimiento de la existencia de la OPM (Organización Política Militar, grupo clandestino conformado para resistir a la dictadura).

Aquel Miércoles Santo, alguien le avisó a Silvano que se escondiera porque iban a buscarle. “Por qué me voy a esconder yo, le respondió, no hice nada malo, no tengo por qué esconderme”, recuerda Cristina que dijo, y a las 10.00 de la noche vinieron a golpear la puerta de su hogar.

“Mis seis hijos estaban adentro, y las balas atravesaron toda la pared. Después salió Silvano y como un animal le jugaron. Su sangre por todos lados, la huella de sus dedos quedaron por el timbó que está en la plaza”. Cristina estaba detenida cuando le contaron que murió su marido. “Un Viernes Santo le enterré”, rememora.

A Cristina le cuesta seguir contando, pero está convencida de que “si nosotros nos callamos, estamos aceptando el mal que nos hicieron, y contra ese mal es que nosotros luchamos. Por eso tenemos que contar todas estas cosas a la gente que no sabe todo lo que pasó”.

“AHÍ LE MATARON”. Eusebio Ortellado (52) tenía apenas 10 años el día que asesinaron a su papá frente a todos sus hermanos.

“Acá donde está la cruz le mataron”, señala el lugar donde creció el timbó. Recuerda que junto con sus hermanos se encontraban a unos 30 metros y como había luz de luna vieron bien cómo le torturaban a su padre. “Le golpeaban el pecho con la culata del fusil. Durante dos horas le pegaron y le preguntaban por los compañeros de las Ligas y le preguntaban por la OPM. Omongu’i pa ipécho con su culata, y justo en su garganta tenía una herida grave. Y le dijeron los torturadores: ‘Andate ahora a trabajar con tus compañeros campesinos’, y ‘mientras esté vivo voy a seguir’, les dijo, y ahí se terminó y ya no le escuchamos más. Le mataron y le dejaron ahí”, señala.

Eusebio explica que a su mamá la apresaron esa misma noche, y después a cada rato era detenida, si iba alguien a visitarlos. Y recuerda a los santarroseños que padecieron persecuciones. “Vinieron Pastor Coronel y Sapriza. Ernesto Segovia y Mandi’o ro les decían a quienes tenía que reprimirles. Nosotros teníamos en aquel tiempo un intendente, Fretes Colombino, y Carlos Ríos, de la seccional colorada, por culpa de ellos es que en Santa Rosa a tanta gente le mataron y hicieron desaparecer”.

Una de las nietas de Silvano Ortellado, Cristina, habla con mucho orgullo del Instituto Técnico Superior Silvano Ortellado Flores y sostiene que la única salida es la educación.

“Se les inculcó a los jóvenes que en la época de Stroessner era todo lindo, había seguridad, trabajo, la educación era perfecta, pero no era así”. Cristina explica que el Instituto Técnico es una oportunidad para los jóvenes, donde pueden hacer tecnicaturas superiores de informática, gestión ambiental, desarrollo social, producción y sanidad animal y administración. “Vienen de las compañías, son pobres y no tienen posibilidades de estudiar en la universidad. Esto es importante para los hijos de los campesinos”.

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