18 may. 2024

Salud y economía en jaque

Ricardo Rodríguez Silvero

Estamos entre los mejores países sudamericanos en términos de combate contra el coronavirus, si se utilizan los indicadores oficiales como fidedignos y se relacionan las muertes con los –confirmados– infectados por el virus. Proporciona poca información compararlos con el total de la población en cada país. Tampoco podemos calcular coeficientes con los portadores sanos o los infectados asintomáticos, porque no tenemos ni idea de cuántos pueden ser.

SABEMOS POCO. Pongamos en los “considerandos” de la pandemia global nuestro desconocimiento sobre naturaleza, síntomas y síndromes del Covid-19. Poco sabemos a ciencia cierta sobre los tipos de enfermedades provocadas por él. Ni los mejores laboratorios médicos y farmacéuticos ni los infectólogos ni epidemiólogos de los países más avanzados tienen ningún medicamento que pueda curar la patología del virus ni sabemos si puede tener rebotes en el mismo cuerpo infectado que ha sido dado de alta. Para peor, no podemos descartar una segunda ola global de infección. Además, tal vez el Covid-19 haya venido para quedarse, como tantos otros. Si es así, habrá que aprender a vivir con él. Y retornar a obviedades: mejor fortalecer inmunidad mientras llegan vacunas.

¿QUÉ HACER? Es que no tenemos seguridad sobre la estrategia más efectiva para combatir la pandemia. Países, como algunos escandinavos, por ejemplo Suecia, no han prohibido a sus ciudadanos sus tareas normales. Ni siquiera han clausurado escuelas ni prohibido eventos multitudinarios. Otros países, como Alemania, Corea del Sur, Japón, Nueva Zelanda, Singapur, entre otros, han pedido a su población a replegarse, prohibiendo hasta ejercicios al aire libre fuera de casa y eventos masivos por sospecha de ser focos de infección, salvo excepciones como ir a centros médicos, supermercados, farmacias, estaciones de servicios y similares. Hay otros países, liderados por Italia y España, en Europa, y por EEUU y Brasil, en las Américas, que reaccionaron o tarde o con falsas medidas. Sus cifras de muertes y de contagios masivos son altas, no pudiendo imponerse a la pandemia en sus primeras semanas. Hoy en día han caído en la incertidumbre de cómo relajar las medidas tomadas tardíamente o equivocadamente y si ya es tiempo de volver a las actividades normales o no.

EN ECONOMÍA. Simultáneamente y sin ninguna duda, la caída de las actividades económicas ha sido mayoritariamente fuerte, al punto de hacerse predicciones catastróficas si no se toman “las medidas adecuadas para la salud” (¡¿cuáles?!). Los pronósticos sobre la recesión se volvieron apocalípticos. Instituciones multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional y el Centro del Comercio Mundial, lanzaron advertencias siniestras de coyunturas como “la peor recesión desde 1928” y “una caída estrepitosa en el comercio mundial de magnitud inédita”. Las instituciones internacionales en general tienen dificultades en hallar propuestas de reactivación económica para políticas públicas que no empeoren endeudamiento excesivo ni déficit fiscal.

MÁS DE LO MISMO. Recordemos la expresión del famoso genio astrofísico: “nunca se tendrán resultados diferentes si se sigue haciendo siempre lo mismo”. Es preocupante observar que en el recurso al sobreendeudamiento para fomentar la salud y la economía, parece olvidarse que los grandes desequilibrios en nuestras políticas públicas sudamericanas están en la deformación estructural del Presupuesto General de la Nación (mala calidad del gasto público e inversiones deficitarias y demoradas) así como en la cleptomanía y la ineptocracia con nepotismo, en gran impunidad versus lavado de dinero y crimen organizado. Además, algunos pierden de vista que la escasa recaudación tributaria, con la que se debe financiar el PGN, sufre de alta evasión (+o- 40% de la potencial) y que la política tributaria cae sobre los mismos contribuyentes de siempre, acompañadas de increíble tolerancia hacia ciertos todopoderosos, económica y políticamente hablando. En estas condiciones, los estratos medios de personas físicas y jurídicas seguirán pagando los platos rotos y los informales, liderados por cuentapropistas, microempresarios urbanos y microemprendedores rurales, llevarán la peor parte en términos de caída de ingresos y de desempleo. Independientemente de cómo financiar el sobre-endeudamiento y evitar el mayúsculo déficit fiscal, las políticas de reactivación deberían concentrarse en la masiva creación de puestos de trabajo, principalmente para mano de obra no calificada, en obras de infraestructura vial, viviendas, escuelas y alcantarillado, las de mayor necesidad en nuestro país.

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