10 may. 2024

Resucitarás

Estas Pascuas siempre son propicias para renacer, para volver a ser y para creer que podemos. El mismo momento que como colectivo nacional nos ha tocado a lo largo de nuestra historia resucitar tantas veces.

Somos una Nación que viene de la muerte. De un genocidio que no tenemos asumido ni tampoco demandado su resarcimiento para construir un nuevo país como sí lo hicieron los judíos después de su holocausto.

Nuestro olvido y desmemoria es percibido como debilidad, fatiga e inutilidad ante nosotros mismos y ante los demás. Somos un pueblo abusado por gobernantes corruptos, ineptos y cómplices quienes han venido esquilmando nuestras riquezas y agotado nuestro orgullo.

El Paraguay que resucita todos los días en la labor tesonera, honesta y franca de algunos ha sido condenado a ser minoría por quienes lo matan diariamente con su corrupción, ineptitud y soberbia.

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El país que parió a las mujeres que lo salvaron y prolongaron del genocidio del 70 hoy ellas hacen parte de la referencia de la pobreza. La misma que en más del 90% es pobre en familias monoparentales y que ha poblado con sus hijos con la misma proporción nuestras penitenciarias.

El mismo paraguayo que sobrevive a duras penas en un territorio inmensamente rico en recursos naturales donde la mentalidad primitiva y prefeudal todavía paga en las estancias a sus peones en proporción a la cantidad de animales a su cuidado. El que permite una desigualdad avergonzante que es el caldo de cultivo de la marginalidad, la violencia y la inseguridad. Un país que tiene todo pero se empeña en ser pobre y vivir en la nada. El mismo que tiene que emigrar de sus campos lastrados por la codicia de quienes forzándolos a abandonar su economía familiar campesina han llenado de villas miserias nuestros remedos de ciudades. Y aquellos que pueden salir al exterior pretenden seguir mirando a la patria con orgullo y compromiso mientras le niegan facilitar su voto a pesar de contribuir con casi 800 millones de dólares a una economía inflacionaria y de escasas posibilidades. Un país de jóvenes con mentalidad de viejos acomplejada frente a la modernidad e irresponsable con su futuro.

Casi el 60% de la población tiene aun menos de 35 años y dentro de poco aumentará la edad y con ella la pérdida de oportunidades. Una generación perdida que busca culpables en unos ancestros que temen asumir su responsabilidad y dejan que la tecnología los eduque en una soledad espantosa que impide construir vínculos que hagan posible transformar la política. Nos acercamos a un invierno demográfico sin haber aprovechado el bono. Nunca tuvimos conciencia de esa oportunidad histórica y a pesar de ser la generación con mayor acceso a la educación, esta de mala calidad no les ha permitido evitar ser la primera generación que no superará a sus padres en mas de un siglo. Debemos resucitar en quienes con grandes esfuerzos construyeron este país. Devolver el orgullo del maestro en la referencia de Delfín Chamorro o Ramón Indalecio Cardozo y retornar a la política (la búsqueda del bien común) con Eligio Ayala como guía. Esta es la gente que hizo resucitar el Paraguay incluso con personas venidas de afuera como Moisés Bertoni quien fue el maestro en la escuela de agricultura que moldeó la cabeza del Mariscal Estigarribia, héroe en los campos del Chaco Boreal.

Paraguay debe volver a ser lo que es su real destino. Trabajo, esfuerzo, educación, honestidad y compromiso, virtudes que nos permitirán volver a renacer este hoy yermo territorio agotado de corrupción e irresponsabilidad. Podemos volver a ser. Renazcamos antes de que sea demasiado tarde.

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