Este es el triste relato que le hizo una madre a la jueza de Garantías, Alicia Pedrozo, cuando se realizó la audiencia de imposición de medidas cautelares en un caso de hurto, donde se llevó un aparato celular de unos G. 150.000, que luego entregó por 30.000, según la imputación fiscal.
“Tengo miedo de que le hagan algo en el barrio, ya que a los adictos les están agarrando por cuenta propia y si él sigue así eso le espera. Prefiero que esté en la cárcel y que ahí pueda recapacitar y tratar de mejorar”, aseguró la desesperada mujer a la magistrada.
La madre ya totalmente sobrepasada por la situación, refirió también: “Quedando libre va a seguir cometiendo hechos punibles más graves incluso, todo a consecuencia de que es un adicto a las drogas. Es mi hijo, pero, lastimosamente, ya no podemos hacer nada por él, y nos causa un perjuicio a mí y a mi familia y a los vecinos de la zona...”.
Este es un caso que casi a diario se repite en el Poder Judicial por la cantidad de adictos que finalmente son detenidos e imputados por robos menores, pero que causan perjuicio a los familiares, con lo que recurren a la Justicia como última esperanza para tratar de cambiarlos.
Lastimosamente, no existen muchos lugares para el tratamiento de los adictos, los que al final constituyen un peligro para su propia familia, a quienes dejan sin sus pertenencias, ya que las llevan a vender y así obtener más droga. Historia triste, pero repetida en el Poder Judicial.
UN APARATO CELULAR. En este caso concreto, la jueza Alicia Pedrozo finalmente decretó la prisión preventiva del adicto, imputado por la fiscala Claide Acosta, de la Unidad Barrial 1. El mismo presuntamente hurtó un celular de su propia madre, valuado en G. 150.000. La representante de la sociedad había solicitado el arresto domiciliario.
Según la imputación, el hombre habría ingresado a la vivienda de su madre, ubicada sobre la avenida Artigas de nuestra capital, supuestamente para realizarse un aseo personal. No obstante, de acuerdo con la fiscala, habría sustraído un teléfono celular marca Samsung, modelo A02, que se encontraba conectado a un cargador, mientras la madre estaba trabajando fuera de la casa.
Otro de los hijos de la mujer le llamó y le comunicó que su hija menor estaba llorando porque NN le sustrajo el teléfono. Por esa razón, acudió a su casa, para verlo, ya que padece de adicción a las drogas.
Antes de llegar a su casa, la mujer habló con un guardia privado, quien le comentó que su hijo le había ofrecido un celular que sería el que se sustrajo. Con esto, de inmediato comunicó el hecho a los agentes de la Comisaría 9ª metropolitana, quienes llegaron al lugar.
Tras la denuncia en la sede policial, apareció un hombre quien entregó el celular. Le dijo que el hijo de la denunciante le entregó el teléfono por una deuda de G. 30.000 que tenía con él, aunque no sabía que no le pertenecía.
En la audiencia, la defensora pública, Blanca Ramos, solicitó la aplicación de medidas menos gravosas a la prisión, porque la conducta que se le atribuía a su defendido no era muy compleja y no había un daño patrimonial. Incluso ofreció caución juratoria. Dijo que no había peligro de fuga ni de obstrucción de las investigaciones.
La jueza analizó la causa. Tuvo en cuenta el peligro de fuga y de obstrucción a las investigaciones. También tuvo en cuenta el pedido de la madre. Además, que el mismo tenía condenas anteriores, por lo que finalmente decretó la prisión preventiva.
“Por lo que, teniendo en cuenta todas estas circunstancias especiales registradas en la presente causa, resulta necesario e indispensable decretar la prisión preventiva”, sostuvo la magistrada.
Lastimosamente, se trata de otro caso donde una madre tuvo que acudir a la Justicia porque no puede hacer nada por su propio hijo.
90.000 jóvenes de Asunción y Central “están en las drogas”, según afirmación del ministro del Interior, Enrique Riera.