08 dic. 2025

Peregrinos desafían el calor de 40°C para cumplir promesas

A principios de cada diciembre, el GPS de la fe del pueblo paraguayo tiene su punto fijado en Caacupé. La capital del Departamento de la Cordillera es el mapa donde confluye toda la devoción de un pueblo que honra a la Virgen de los Milagros de Caacupé.

Para los promeseros, su vista y su corazón están fijados en esa basílica que puede verse ya entrando a la ciudad. Para ellos, la emoción va elevando sus pulsaciones en cada paso mientras suben el mítico cerro y a medida que van acercándose a su encuentro con la Virgencita Azul.

Desde los cuatro puntos cardinales de la República van llegando los promeseros para agradecer la cura de una hija, las gracias que recibe cada día, el haber culminado un año con salud y estar pagando una promesa. Desafían al calor que supera los 40°C y a los anunciados pronósticos de tiempo severo en la víspera, porque una promesa se cumple.

La devoción tampoco conoce de fronteras y va conquistando los corazones de quienes no nacieron en esta tierra. “Principalmente venimos para agradecer a la Virgen por la salud, las cosas buenas que nos ha dado y la vida misma”, dice Jon Jairo González, quien con bandera al hombro que tenía los colores de Paraguay, Colombia y Argentina iba caminando al costado de la ruta Areguá-Ypacaraí, rumbo a Caacupé.

Junto a él iba su esposa Mirian Godoy, argentina, hija de paraguayos. Ambos viven en Clorinda. Desde hace seis años van a Caacupé y la peregrinación a pie la iniciaron hace tres años.

Los padres de Mirian fueron quienes le transmitieron a ella y a sus hermanos el amor hacia la Virgencita. Y a través de la familia esta devoción también llegó al ciudadano colombiano.

La pareja había salido de la ciudad de Mariano Roque Alonso a las 2:30. Eran las 9:00 cuando el equipo de ÚH conversó con ellos al costado de la ruta. “Siempre ella nos ha cumplido, más de lo que le hemos pedido incluso. Por eso también hay que tener esa fe y devoción para cumplirle a ella”, coinciden ambos al explicar los motivos de su peregrinación.

Como sea. Para llegar y cumplir la promesa o agradecer el favor, vale todo. Autos, motos, colectivos, carretas, bicicletas, a pie y hasta en zancos. Este último medio de artística locomoción lo utiliza Arnaldo Andrés Villamayor, de la compañía teatral Karkajada arte Show.

Desde hace 25 años el artista peregrina desde Kurusu Pablito hasta la basílica para mostrar su agradecimiento y en particular por la evolución favorable de su hijo con autismo.

“A mí y a otros compañeros que hacemos esta peregrinación nos lleva dos horas aproximadamente llegar hasta la basílica. Venimos despacio y también nos quedamos a saludar a la gente. Eso también hace que no sintamos el cansancio durante el recorrido”, cuenta Andrés, que también pide que pueda haber más trabajo para los artistas.

De la mano de su tío y su madre, vestida como la Virgen de Caacupé, Mía Kataleia Barrios cruzaba ya el Kurusu Peregrino para iniciar el descenso rumbo a la casa de la madre de todos los paraguayos. Mía tiene dos años y forma parte de la multitud que ayer estuvo llegando hasta la Villa Serrana para la mayor festividad religiosa del país.

Ella cuando nació tenía piedras en la vesícula. En ese momento se internó durante 15 días. Me mandaron a hacerle muchos estudios. Le dieron el alta, pero luego volvió a internarse. Ahí le pedí a la Virgencita que me muestre su milagro. Vine junto a ella, me arrodillé y le pedí que le cure. Luego de un mes le llevé otra vez al doctor a mi hija para su control y no tenía más nada”, relató su madre María Liz Álvarez.

Desde esa vez, madre e hija iniciaron la peregrinación. “Nosotros vamos a seguir peregrinando todo el tiempo que sea posible. Ese fue un milagro que ni los doctores creyeron cuando pasó”, dice convencida la agradecida madre de la niña.

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Siempre ella nos ha cumplido, más de lo que le hemos pedido. Por eso también hay que tener esa fe y devoción para ella. Mirian Godoy, peregrina argentina.

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