El presidente del Servicio Nacional Calidad y Salud Animal (Senacsa) , José Carlos Martin, y sus técnicos, Víctor Maldonado y Primo Feltes, expusieron los fundamentos técnicos, económicos y sanitarios que respaldan la decisión de dejar de vacunar contra la fiebre aftosa, en un momento en que el país busca una mayor competitividad internacional en el comercio de carne.
“Esto no es un tema de precio, es un tema de acceso”, remarcó Martin al explicar que el levantamiento de la vacunación permitiría una mayor penetración de los productos cárnicos paraguayos en mercados ya abiertos y en aquellos por abrir, sin que necesariamente implique un aumento del precio por kilo de exportación.
Según estudios presentados a organismos internacionales, el país podría generar hasta USD 200 millones adicionales al año solo en el sector bovino con una mejor utilización de la carcasa animal, cosa que no permite el estatus de libre de fiebre aftosa con vacunación.
En cuanto al análisis económico, se identificaron costos directos anuales de USD 16,9 millones, que incluyen la vacunación (USD 6,9 millones), certificación (USD 9,5 millones) y monitoreo (USD 500 mil). El trabajo no consideró los costos indirectos debido a su alta subjetividad.
Senacsa ya comunicó su plan a la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), que solicitó más información sobre los costos indirectos. Sin embargo, Martin insistió en que la decisión se basó en evidencia concreta y el consenso público-privado alcanzado durante reuniones desarrolladas desde 2020, y formalizadas en 2023.
“Hoy, el 74% de la carne comercializada en el mundo proviene de países libres de fiebre aftosa sin vacunación. Paraguay representa apenas el 4%. ¿Dónde queremos estar?”, cuestionó el titular de Senacsa, afirmando que seguir en un “segundo nivel” implicaría resignar oportunidades comerciales estratégicas.
El cronograma establece que en enero o febrero de 2026 se comunicará oficialmente a la OMSA que ese año será el último ciclo de vacunación. Desde entonces, se trabajará en la confección del dossier sanitario que respalde el pedido de reconocimiento del nuevo estatus.
Uno de los argumentos más contundentes que esgrimió Martin fue la coherencia técnica y científica: “No tiene sentido seguir recomendando la vacunación contra una enfermedad que ya no existe en el país y cuya erradicación fue comprobada”.
Además del beneficio sanitario, Paraguay podría abrir nuevos circuitos de exportación en sectores como el porcino y el ovino, que hoy enfrentan importantes restricciones. “En ovinos, por ejemplo, se exporta solo la primera mitad del animal; la segunda queda sin mercado por falta de estatus sanitario”, explicó Martin.
La ausencia de vacunación permitiría una comercialización más completa y menos burocrática, incluyendo cortes con hueso, hoy limitados.
El proceso, sin embargo, dependerá de que Brasil –país clave para la región– avance también en este camino. “No vamos a esperar a todo Brasil, pero necesitamos que al menos inicie”, afirmó Martin, detallando que hay avances concretos para que el gigante sudamericano se adhiera al banco regional de vacunas, paso clave para la transición.
En conclusión, Martin resaltó que la credibilidad institucional lograda por Paraguay ha sido clave para abrir mercados y conseguir auditorías exitosas, pero advirtió que “no podemos seguir haciendo lo mismo por 59 años y esperar resultados diferentes”. La decisión, agregó, no significa abandonar la protección, sino alcanzar “el estatus máximo que Paraguay se merece”.
