11 dic. 2025

El corredor invisible: Así opera el tráfico de drogas en Triple Frontera

En lo que va del año fueron requisadas 120 toneladas de drogas. El viernes fueron incineradas 12 toneladas en Foz de Yguazú. Pese a los esfuerzos, el crimen organizado sigue operando en toda la región.

CIUDAD DEL ESTE

El humo blanco que salió del horno industrial en Foz de Yguazú, Brasil, el pasado viernes por la mañana, marcó el fin de otro capítulo en la interminable lucha contra el narcotráfico en la Triple Frontera. Allí, bajo estrictas medidas de seguridad, la Policía Federal (PF) incineró 11,843 toneladas de marihuana, cocaína y hachís, la última parte de un enorme volumen de incautaciones realizadas desde comienzos de año.

Con esta operación, la PF de Foz alcanzó la cifra de 120 toneladas de drogas destruidas en lo que va del 2025. Es un registro histórico que, sin embargo, no alcanza para ocultar la magnitud del flujo ilícito que atraviesa diariamente la región donde convergen Paraguay, Brasil y Argentina.

En ambos lados de la frontera, se admite que el tráfico sigue un patrón que se repite con rutas dispersas, logística flexible y una red de operadores que se mueve con la velocidad que permite el terreno.

La Triple Frontera abarca selvas densas, áreas urbanas caóticas, caminos rurales poco transitados y una inmensa franja fluvial que es, según los investigadores, “el verdadero corredor invisible del crimen”. Por allí se desplazan desde pequeñas embarcaciones artesanales hasta lanchas de alta potencia, capaces de cruzar el río Paraná en cuestión de minutos.

Las autoridades brasileñas estiman que más de 200 puertos clandestinos funcionan actualmente a lo largo del lago Itaipú y del río Paraná. Algunos son apenas pequeñas bajadas de tierra, escondidas entre arbustos; otros, estructuras más elaboradas con rampas de madera y refugios improvisados.

Durante los últimos cuatro años, Brasil destruyó alrededor de 60 de estos puntos, pero del lado paraguayo no se registran intervenciones de la misma magnitud. La asimetría deja en claro el porqué las organizaciones criminales se consolidan en la zona, siempre encuentran un sendero libre o un punto reactivado para cruzar mercancías ilegales.

En ciertos sectores del lago, pescadores aseguran ver “luces moviéndose” en plena madrugada. Son señales claras de los movimientos de lanchas rápidas. Estos testimonios coinciden con los informes policiales que dan cuenta de que el tráfico se intensifica de noche y se apoya en una red de “campanas” que monitorean cada movimiento de las patrullas.

El crimen organizado que opera en la frontera se diversifica. Además de drogas, también mueven armas, cigarrillos, electrónicos, productos agropecuarios y cualquier carga que pueda generar ganancias rápidas en el mercado brasileño.

LOGÍSTICA. Aunque el tráfico fluvial es intenso, el Puente de la Amistad sigue siendo la vía más visible de la actividad ilícita. Allí, miles de vehículos cruzan a diario, y entre ellos, algunos llevan compartimentos ocultos con droga o contrabando.

La Receita Federal (Aduanas) contabiliza más de 50.000 vehículos incautados en Foz de Yguazú en las últimas dos décadas. El inmenso depósito donde se acumulan parece un cementerio automotor con buses turísticos, taxis, camionetas 4x4, camiones graneleros y motocicletas con matrículas paraguayas y brasileñas.

Muchos de estos vehículos fueron adaptados en talleres clandestinos para transportar mercancías ilegales sin levantar sospechas. Otros, simplemente, fueron utilizados para mover cargas desde los puertos clandestinos hacia el interior del Brasil.

Los agentes relatan casos de camiones que llevaban toneladas de granos con paquetes de droga escondidos, o buses turísticos que ocultaban cajas de cigarrillos en dobles fondos. En todos los casos, la creatividad del crimen organizado parece ir un paso adelante.

TECNOLOGÍA. La tecnología –radares, drones y sistemas de monitoreo nocturno– se menciona como una posible solución, pero las inversiones han sido parciales y desiguales entre los países. Mientras tanto, las incautaciones continúan. Cada tonelada destruida representa un golpe económico para las organizaciones criminales, pero también recuerda que el flujo sigue siendo incesante.

El operativo de incineración del viernes, con su humo denso elevándose hacia el cielo de Paraná, ofrece una imagen potente del esfuerzo policial. Pero al recorrer la costa del lago Itaipú o las rutas rurales de Alto Paraná y Canindeyú, todo indica que el crimen organizado sigue moviéndose con la misma naturalidad con la que bajan las aguas del Paraná.

La Triple Frontera es un territorio donde lo legal y lo ilegal conviven a pocos metros, separados apenas por una barrera policial, un sendero oculto o un control que puede ser evadido con un aviso por radio.

Las cifras de incautaciones demuestran la capacidad de respuesta de las fuerzas de seguridad del Brasil. La persistencia del tráfico, en cambio, confirma una lucha diaria, desigual y todavía abierta.

Mayor incautación

El mayor cargamento de marihuana incautado en tránsito a uno de estos puertos clandestinos sobre el río Paraná fue el de las 88 toneladas, el miércoles 3 de diciembre, con el Operativo Umbral. La droga tenía como destino Brasil. La carga era transportada en un camión semirremolque y catorce camionetas desde la zona de Villa Ygatymí, y luego pasaron por once comisarías sin ser detectados, el convoy finalmente fue interceptado por una comitiva de agentes de la Senad y militares del CODI. Hubo una refriega donde un narco cayó abatido. Los dueños serían Benicio Silva, alias Silva Hû, y Carlos Miguel González Aguilera, alias Carlitos, cuyo hermano, Sergio Daniel González Aguilera (25), fue abatido en la incautación de la carga.

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