“Es importante que se continúen los esfuerzos para inmunizar a la población lo más que se pueda. Esto requiere un múltiple compromiso a nivel personal, político y de la comunidad internacional en su conjunto”, aseguró el pontífice en su tradicional discurso al inicio del año al cuerpo diplomático.
El Papa condenó también la propagación de “noticias sin fundamento” e invitó a todos a imponerse “una cura de realidad” ante la pandemia de coronavirus.
“Lamentablemente, cada vez más constatamos cómo vivimos en un mundo de fuertes contrastes ideológicos. Muchas veces nos dejamos influenciar por la ideología del momento, a menudo basada en noticias sin fundamento o en hechos poco documentados”, dijo ante embajadores y representantes de los 183 países acreditados ante la Santa Sede.
“La pandemia nos impone una suerte de ‘cura de realidad’, que requiere afrontar el problema y adoptar los remedios adecuados para resolverlo”, advirtió el pontífice.
SOLUCIÓN RAZONABLE. ”Las vacunas no son instrumentos mágicos de curación, sino que representan ciertamente, junto con los tratamientos que se están desarrollando, la solución más razonable para la prevención de la enfermedad”, explicó.
El Pontífice argentino, de 85 años, se ha pronunciado en numerosas ocasiones a favor de las campañas de vacunación contra el Covid y volvió a pedir “que las reglas monopólicas no constituyan ulteriores obstáculos a la producción y a un acceso organizado y coherente a los tratamientos a nivel mundial”.
CULTURA DE CANCELACIÓN. El papa Francisco criticó en otro momento la llamada “cultura de la cancelación” que, según dijo en su discurso de inicio año al cuerpo diplomático, “invade muchos ámbitos e instituciones públicas” y obliga a “renegar” o “rescribir la Historia”.
Francisco introdujo por primera vez en sus discursos el tema de la denominada “cultura de la cancelación” al hablar de que muchas agendas “cada vez están más dictadas por un pensamiento que reniega los fundamentos naturales de la humanidad y las raíces culturales que constituyen la identidad de muchos pueblos”.
Y entonces lamentó que se extienda “la cultura de la cancelación, que invade muchos ámbitos e instituciones públicas” y que “en nombre de la protección de las diversidades, termina por borrar el sentido de cada identidad, con el riesgo de acallar las posiciones que defienden una idea respetuosa y equilibrada de las diferentes sensibilidades”.
Advirtió de lo que, a su parecer, es la elaboración “de un pensamiento único obligado a renegar la historia o, peor aún, a reescribirla en base a categorías contemporáneas, mientras que toda situación histórica debe interpretarse según la hermenéutica de la época”.
Por ello, instó a la diplomacia multilateral “a ser verdaderamente inclusiva”, “pero no suprimiendo sino valorando las diversidades y las sensibilidades históricas que distinguen a los distintos pueblos”.