El papa Francisco preside a estas horas, en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, un rito de consagración de Ucrania y Rusia al Inmaculado Corazón de María, además de la celebración penitencial “24 horas para el Señor”.
“Nosotros hemos perdido la senda de la paz. Hemos olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes”, expresó el Papa, como parte de la oración de consagración, realizada frente a la imagen de la Inmaculada, en la Basílica.
En su homilía, el obispo de Roma se refirió al dolor y la impotencia que genera la invasión rusa en Ucrania, y resaltó la necesidad de “volver a Dios” para recuperar la paz en el mundo, añadiendo que “si queremos que el mundo cambie, primero debe cambiar nuestro corazón”,
Una “guerra atroz”
“En estos días siguen entrando en nuestras casas noticias e imágenes de muerte, mientras las bombas destruyen las casas de tantos de nuestros hermanos y hermanas ucranianos indefensos. La guerra atroz que se ha abatido sobre muchos y hace sufrir a todos, provoca en cada uno miedo y aflicción. Experimentamos en nuestro interior un sentido de impotencia y de incapacidad. Necesitamos escuchar que nos digan “no temas”, expresó el Santo Padre, haciendo referencia al Evangelio que en la fecha recuerda la anunciación del Ángel a la Virgen María, quien dio el “sí” que permitió la encarnación del hijo de Dios.
“Pero las seguridades humanas no son suficientes —prosiguió el Papa—, es necesaria la presencia de Dios, la certeza del perdón divino, el único que elimina el mal, desarma el rencor y devuelve la paz al corazón. Volvamos a Dios, a su perdón”, apuntó.
“No se trata de una fórmula mágica”
Al finalizar el acto penitencial, en el que el mismo Papa fue a recibir el sacramento de la Reconciliación, al que también estuvieron invitados a acudir los demás participantes de la ceremonia, fue hasta la imagen de la Inmaculada y realizó la oración de consagración de Rusia y Ucrania.
“En unión con los obispos y los fieles del mundo, deseo solemnemente llevar al Corazón Inmaculado de María todo lo que estamos viviendo; renovar a ella la consagración de la Iglesia y de la humanidad entera y consagrarle, de modo particular, el pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que con afecto filial la veneran como Madre. No se trata de una fórmula mágica, sino de un acto espiritual. Es el gesto de la plena confianza de los hijos que, en la tribulación de esta guerra cruel e insensata que amenaza al mundo, recurren a la Madre, depositando en su corazón el miedo y el dolor, y entregándose totalmente a ella”, apuntó Francisco.