Un pacto educativo nacional y priorizar una formación integral que prepare a las nuevas generaciones, para acompañar y liderar el camino presente y futuro del país fue el pedido que ayer hizo monseñor Pedro Collar Noguera, obispo de San Juan Bautista Misiones.
Esto en el marco de la misa del séptimo día del novenario en honor a Tupãsy Caacupé, que tuvo como tema ‘‘Orar por las vocaciones consagradas y sacerdotes’’, en la que el eclesiástico pidió rezar a Dios para que siga llamando a hombres y mujeres a entregar sus vidas al servicio de su iglesia y ‘‘que la fidelidad y la perseverancia sean una constante en sus vidas y puedan cumplir con su vocación’’.
Collar reflexionó sobre desafíos que enfrenta la sociedad paraguaya, marcados por cambios vertiginosos y exponenciales. Dijo que el llamado a la vocación se da en un momento crucial de la vida social y eclesial, donde la juventud experimenta estos mismos cambios de manera intensa.
‘‘Los consagrados sacerdotes y jóvenes que ingresan al seminario no se hallan ajenos a la época, que también nuestro país experimenta, participando así en la dinámica mundial de la globalización. Este cambio es global y nos sobrepasa, implica un futuro incierto en el que las soluciones del pasado muchas veces ya no pueden tener lugar’’.
Relativismo. En su homilía, Collar abordó fenómenos contemporáneos, como el relativismo que al cerrarse a la verdad, también se cierra a Dios, generando un ‘‘libertinaje que corrompe’’.
El obispo subrayó la provisionalidad, el desarraigo, el miedo al riesgo, crisis de fidelidad y el cuestionamiento de los valores.
En cuanto a la crisis de la sociedad paraguaya, el obispo mencionó la cultura del descarte, describiéndola como una realidad que ve a la ‘‘persona humana’’ y su servicio como objetos desechables si no cumplen con ciertos criterios de producción. Esto, según Collar, distorsiona la visión de la persona y su dignidad.
‘‘Son bienes de consumo que pueden ser usados y tirados, esclavizados, incluidos o sometidos a desigualdad y falta de recursos y derechos’’.
Todos estos fenómenos afectan a la Iglesia, ya que está compuesta por cristianos que forman parte de la sociedad, impactando especialmente a los jóvenes, llamados al sacerdocio, y por eso, el obispo indicó la importancia de tener en cuenta la educación paraguaya, que tiene mucho que ofrecer y ayudar.
Cambios. Los principales desafíos –mencionó– siguen siendo la puesta en marcha de una nueva reforma educativa, la capacitación de profesores, una mejor ejecución de los recursos disponibles.
‘‘Al igual que la familia, la irrupción de la denominada ideología del género pone en riesgo un plan educativo con principios y valores e irrenunciables de nuestra Constitución Nacional, como la dimensión trascendental, la familia, la vida y la dignidad de las personas. Es imperante consensuar un pacto educativo nacional y priorizar una formación integral que prepare a las nuevas generaciones para acompañar y liderar el camino presente y futuro de nuestra patria’’, exhortó.
Gran cantidad de fieles llegaron el fin de semana y ayer hasta la Basílica de Caacupé, pese al mal tiempo.
Cada día aumenta la cantidad de peregrinos que llegan hasta la Capital Espiritual del país.
Refrescando la fe en el Tupãsy Ykua
No importa la alta temperatura ni el inclemente sol. Lo importante es cumplir con el objetivo de llegar hasta la Virgen, cumpliendo la promesa.
Ante el altar de la Santísima, luego de una oración, el pedido de gracia y las correspondientes gracias, los peregrinantes se disponen a volver.
Pero antes de emprender el largo y sinuoso camino a casa, la parada obligada es el Tupãsy Ykua.
En sus frescas aguas, los devotos de la Virgen se refrescan, toman agua y fuerzas y llevan el líquido milagroso a su hogar.
Hugo Belotto llegó desde Limpio con su señora y su hija. Hugo tenía como promesa caminar cada año desde Kurusu Pablito hasta la basílica menor si la operación de su esposa y su madre resultaban exitosas. Desde hace una década viene cumpliendo dicha promesa.
Luego, como la gran mayoría de los visitantes, aprovechó para ir a recoger el agua bendita.
Mientras se refrescaba la cara, el cuello y la cabeza, el peregrinante pudo describir lo que sentía con el líquido vital del Tupãsy Ykua.
“El agua de acá parece que te renueva, te da fuerzas. Te deja tranquilito. Yo llegué supercansado y ahora estoy bien. Te rejuvenece”, dijo convencido.