Todo cambio al que la sociedad aspire para el país debe suponer una apuesta a la educación, lo que supone, en primer lugar, mejor calidad de inversión. Frente al diagnóstico que ofrece el dato de que el 70% de docentes tienen dificultades de comprensión lectora, se debe ubicar la última evaluación internacional Pisa a estudiantes paraguayos, que reporta un muy bajo rendimiento en matemáticas, ciencias y lectura. De nada sirve ahora la retórica, necesitamos acciones urgentes, pues no habrá desarrollo sin una ciudadanía educada, instruida y crítica.
Este resultado desastroso, el ministro de Educación prefiere verlo como una oportunidad: ‘‘Depende de cómo se mire, si el vaso medio lleno o medio vacío. Lo importante es que estamos asegurando que los docentes que ingresen al Banco de Educadores Elegibles sean los más preparados’’, afirmaba Luis Ramírez. Señalaba, asimismo, que las pruebas garantizan que, si un maestro se postula para primer grado, se garantiza que efectivamente sabe de primer grado, lo cual es algo nuevo, ya que antes el examen era general para todos los niveles.
No obstante, la realidad debe ser enfrentada con honestidad, tal como analizan desde el Sindicato Nacional de Directores (Sinadi), desde donde expresan su preocupación por los resultados del Concurso Público de Oposición, y piden evaluar la calidad de los institutos de formación docente y las universidades privadas, pues muchos de los docentes concursantes provienen de estas instituciones. Este es un punto clave que el MEC no debe dejar de lado.
Recordemos que Paraguay está aplazado en cuanto a otros parámetros también, según la última evaluación internacional Pisa; el 15% de los estudiantes alcanzó al menos el Nivel 2 de competencia en matemáticas, significativamente menos que el promedio de los países de la OCDE, que es 69%. Casi ningún estudiante en nuestro país obtuvo un alto rendimiento en matemáticas. Por otro lado, el 34% de los estudiantes en Paraguay alcanzaron el Nivel 2 o superior en lectura (promedio de la OCDE: 74%), lo que equivale a un aplazo en comprensión lectora.
Para salir adelante, nuestro país debe disponer de inteligencia, talento y formación, lo que no será posible sin las necesarias políticas públicas, pero también una inversión que nos permita superar el atasco en el que nos encontramos. Sabemos que el Estado no invierte lo suficiente en educación, inversión que no solo es escasa en cantidad, sino también en calidad. Por eso Paraguay sigue siendo uno de los que menos invierte; apenas un 3,7% del PIB se destina a la educación, cuando la Unesco recomienda invertir entre 7% y 9,8% hasta el 2030, para lograr calidad y frenar la deserción escolar.
La educación necesita una gran transformación si como nación aspiramos a alcanzar mejores niveles de desarrollo.
Tengamos siempre presente los datos de Unicef: En ocho de cada diez hogares paraguayos no hay libros. Ese debería ser uno de los desafíos, convertirnos en un país de lectores, y eso solamente será posible si el proceso se inicia con los niños. Esto debe ser acompañado por las instituciones; todas las escuelas y los colegios públicos deberían disponer de bibliotecas y una infraestructura adecuada para que las generaciones de niños y jóvenes se acerquen al libro.
No habrá cambio ni habrá desarrollo sin inversión en la educación, la cultura, el deporte y la recreación, sin políticas públicas efectivas que aseguren el bienestar de los niños, jóvenes y de la sociedad entera.