19 abr. 2024

“No hubo ningún encubrimiento de abuso de menor en Paraguay”

Monseñor Edmundo Valenzuela, arzobispo metropolitano, señala que “los casos de abusos de menores existen en todas partes”, pero ahora hay una “visualización casi exclusiva dentro de la Iglesia Católica”.

Crisis.  Valenzuela se apresta para  la inédita   cumbre,  convocada  por el Papa, sobre pedofilia.

Crisis. Valenzuela se apresta para la inédita cumbre, convocada por el Papa, sobre pedofilia.

“Los abusos a menores son el 11 de setiembre de la Iglesia”, reproduce Valenzuela una frase del secretario de Benedicto XVI Mons. Georg Gänswein. El arzobispo es uno de los presidentes de episcopales convocados por el papa Francisco. Esto se da después de los recientes casos en Pensilvania y de la denuncia del ex nuncio en Washington, monseñor Carlo María Vigano, que coincidió con la difusión de un informe de la Conferencia Episcopal de Alemania, que señala que 3.677 menores sufrieron abusos desde 1946 a 2014. Valenzuela envió sus respuestas a preguntas formuladas desde Última Hora.

–¿Qué piensa de esta convocatoria del Papa para tratar el tema de la pedofilia dentro la Iglesia Católica?

–Una decisión sin precedentes del papa Francisco, quien en muchas cosas nos sorprende, como esta convocatoria de los presidentes de las Conferencias Episcopales del mundo, para febrero de 2019. El Papa, siguiendo a su predecesor, Benedicto XVI, quien habló ya de “tolerancia cero”, quiere afrontar en modo sistemático una cuestión planetaria: desde Estados Unidos, México, Paraguay, Chile hasta Australia, en donde ha habido decenas de abuso de menores. El mismo Papa dijo en Chile: “La rabia no acaba aunque muera el perro”. Hacen falta normas preventivas claras y normas procesales conducentes a una sanción para defenestrar a los abusadores, escuchar a las víctimas y proteger a los menores. El problema es el sistema, pues no basta la remoción de cargos. Y el Papa, que sufre lo que está pasando, y cada vez que aparece un nuevo caso desea poner en alerta y tensión a las Iglesias de todo el mundo para evitar relajos, pero sobre todo para proteger a los menores. Hace falta, pues, que la Iglesia, sobrepasada por los escándalos, sea la primera institución mundial decidida a poner fin a una plaga de la humanidad.

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–¿Qué reflexión hace sobre este contexto de escándalo que cierne sobre la Iglesia?

–Con esta convocatoria es una llamada a buscar la homogeneización de las medidas de prevención y castigo, con los representantes de los obispos de todo el mundo, para hablar de la prevención de abusos de menores y adultos vulnerables. Pienso que este trabajo deberá culminar con un dossier que demuestre la conducta de la Santa Sede, que está actuando con decisión.

Según una publicación de Civiltá Cattolica, el Papa dijo a los jesuitas que “no basta dar vuelta la página”, sino hace falta “buscar remedio, reparación, todo cuanto sea necesario para sanar las heridas y devolver la vida a la gente”. Entre los remedios se encuentra la idea de dar espacio en los presidentes de las Conferencias Episcopales del mundo a escuchar la voz de las víctimas. Hay que prevenir el futuro y hacer llegar la voz de las víctimas al vértice de la Iglesia; en palabras semejantes se expresó últimamente el cardenal de Boston Sean O’ Malley, jefe de la Pontificia Comisión para la Tutela de Menores. Se trata de un cambio de paradigma, convocando las víctimas para escucharlas.

Es cierto que ningún Pontífice había avanzado tanto en la lucha contra este fenómeno como Francisco, pero es imposible sobrevivir a la resaca de tantas décadas de abusos sin un cortafuegos como el que está construyendo. Lo expresó también el historiador de la Iglesia y director de L’Osservatore Romano, Giovanni Maria Vian: “No se sabe cuáles serán los límites ni el formato. Pero confirma que el asunto de los menores es muy serio, que el Papa lo quiere afrontar de manera eficaz y global”. Al Papa le importa que toda la Iglesia vaya junta y afronte de manera unida y de manera positiva la protección de los menores, que es “el gran escándalo de los últimos tiempos”.

–¿Cuántos casos de abuso sexual están en proceso de investigación en Paraguay?

–No tengo la estadística, pero que sí, hubo casos dentro de la Iglesia en Paraguay. Los casos de abusos de menores existen en todas partes, aunque no en gran número. Me decía un profesional estudioso del tema, que tal vez y algunos casos, un ADN de los paraguayos –y no solo del Paraguay, sino del mundo entero, por lo visto– es el abuso de menores en las familias, en otros credos religiosos, en centros deportivos y artísticos, en los militares y policías, entre otros; aunque ahora sea una visualización casi exclusiva dentro de la Iglesia Católica. Y qué bueno es que la Iglesia Católica protagonice ante estos escándalos en todas partes la sanación de las víctimas por una parte, y por otra la protección de menores que encuentren en las instituciones católicas un lugar seguro.

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–¿Qué ajustes faltan realizar al protocolo de prevención para dar celeridad a casos investigados?

–Más que ajuste hace falta cuanto antes cumplir con lo indicado. Cada obispado deberá promocionar talleres de educación sexual y de protección de menores. Algunas congregaciones religiosas de la Conferpar ya los han realizado. Estamos creando un equipo de educadores, sicólogos y pastoralistas para realizar los talleres y cuanto antes, en todas las instituciones católicas (colegios, escuelas, parroquias, departamentos pastorales).

–¿Qué puede hacer la Iglesia para que los casos denunciados no queden impunes?

–Que yo sepa, ningún caso denunciado ha quedado impune. Se han realizado los procedimientos canónicos, con una primera investigación, y si se confirma la veracidad de la acusación, todo el dossier se envía a la Congregación para la Doctrina de la Fe, a quien corresponde juzgar el caso. Además, tenemos la obligación de denunciar a la Fiscalía toda denuncia recepcionada que implique un supuesto hecho punible de acción penal pública con las características mínimas requeridas por las normas. Sucede que el encubrimiento suele provenir de la misma familia o del mismo abusado/a, por no querer que su nombre, su fama y su familia queden visualizados en los medios de comunicación masiva.

–¿Es momento de que la Iglesia se replantee el celibato?

–La Iglesia considera el celibato desde la perspectiva de identificación con el Señor Jesús, en su mismo modo de vida. Se habla de “configurarse con él”, y es un valor. No porque haya un porcentaje de casos de abusos de menores hay que perder el valor del celibato y de la virginidad. Es como que por los varios casos de infidelidad matrimonial habrá que perder el matrimonio. No porque haya ladrones hay que justificar el robo. La razón nos ayuda a distinguir el valor del celibato de los casos particulares de violación del celibato. Además, no hay correlación entre pedofilia y celibato, pues se da el abuso de menores mucho más fuera del celibato.

–¿Acaso el desvío de abusar física o sexualmente de un menor no es resultado de la represión de la pulsión sexual que impone el celibato?

–Según los estudios sicológicos y patológicos, la represión de la pulsión sexual no es consecuencia del celibato. Claramente, en el caso de la pedofilia, es expresión de inmadurez humana y sicológica, es una enfermedad difícil de curar. Por eso, ante una tendencia casi universal de aceptar la homosexualidad como normal dentro de la ideología de género, y en nombre de la libertad comportarse inadecuadamente con niños, niñas, y adultos, se infiltran en la Iglesia personas inmaduras que piensan encontrar espacio para sus tendencias. Ante esta constatación actual, las normas para la formación sacerdotal son cada vez más exigentes. El obispo antes de ordenar presbítero está obligado a conocer, a través de los Formadores del Seminario, si el candidato es capaz de la castidad y de cumplir con la vida sacerdotal. Al sacerdote se le exige más que ninguna otra profesión madurez humana integral, sana, alegre, servicial.

–¿Cuál es la postura que tiene sobre el caso de Carlos Ibáñez, quien fue acusado de pedofilia en Argentina?

–Hemos hecho las investigaciones del caso, a nivel de las normas eclesiales del Derecho Canónico. Como conclusión, hemos enviado a la Congregación para la Doctrina de la Fe todo el informe correspondiente. La respuesta dada es que en Paraguay no ha habido ninguna denuncia de abuso de menor en su caso y tampoco ningún eclesiástico estuvo envuelto en encubrimiento alguno. No es competencia de la Iglesia adentrarnos en el campo de la Justicia Civil.

–Se llegó a hablar de encubrimiento por parte de la Iglesia paraguaya. ¿Qué puede explicar al respecto?

–Aseguramos, como conclusión, que no hubo ningún encubrimiento de abuso de menor en Paraguay, a nivel de la esfera canónica que nos corresponde, a pesar de la difusión de tal acusación, sin pruebas, por parte de algún medio periodístico.

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