En Paraguay, la ley es clara: Los niños menores de 12 años no pueden viajar como acompañantes en motocicletas. El artículo 94 de la Ley N° 5016/2014 de Tránsito y Seguridad Vial establece que ningún niño por debajo de esa edad puede subir como pasajero, y obliga al uso de casco homologado tanto para el conductor como para el acompañante. El incumplimiento se considera una infracción grave, sancionada con multas que van de cinco a veinte jornales mínimos; es decir, entre G. 540.000 y G. 2.160.000. Además, la policía puede retener la moto y, en caso de accidente, los padres se exponen a responsabilidades penales por exposición al peligro o incluso homicidio culposo.
Sin embargo, cuando se trata de deportes –como el mini motocross–, la situación cambia radicalmente. Según el Código de la Niñez y la Adolescencia, los niños tienen derecho a la recreación, al deporte y al esparcimiento, siempre bajo la responsabilidad de los padres o tutores. La Constitución Nacional y la Ley del Deporte refuerzan este derecho y obligan a las instituciones a garantizar la seguridad de los menores. Así, los clubes de motocross permiten que los niños compitan desde los cinco años de edad, siempre con autorización de los padres, indumentaria homologada y supervisión de instructores.
Pero la práctica no es barata
Alquilar una moto para una sola práctica cuesta entre G. 150.000 y G. 200.000, y la inscripción inicial en un club ronda los G. 700.000, lo que incluye la participación en competencias oficiales. Para quienes quieren tener una moto propia, los precios de lista van desde G. 18 millones hasta G. 25 millones, mientras que la preparación de la moto para competir puede sumar entre G. 3,5 y G. 6,5 millones.
El equipamiento obligatorio también representa un gasto significativo; por ejemplo, un traje de carrera puede costar entre USD 300 y USD 1.000; un casco homologado entre USD 100 y USD 500; guantes entre USD 40 y USD 300; botas entre USD 100 y UDS 500, y un protector de espalda entre USD 100 y USD 200. A esto se suman los neumáticos, cuyo precio ronda los G. 2 millones y G. 2,4 millones el juego. En total, iniciar a un niño en el mini motocross puede requerir una inversión de entre G. 28,6 millones (aproximadamente USD 3.500), en la versión más básica, y hasta G. 54 millones (cerca de USD 7.000), para motos de gama alta y equipo completo.
La paradoja resulta evidente, ya que en la vía pública un niño humilde por ley no puede viajar en moto por su seguridad y la ley lo sanciona; en cambio, en la pista, un niño de familia con recursos puede correr desde los cinco años, equipado con casco, traje, botas, guantes, protector y moto propia, con supervisión de instructores y amparado por el marco legal deportivo. La diferencia es tan clara como el acceso a los recursos económicos, que terminan determinando quién puede asumir riesgos y quién no.
Entonces, ¿se busca realmente proteger a los niños?